Esta semana tuve la oportunidad de platicar con uno de mis colaboradores y me mencionaba su pasión por el oro, me comentaba lo caro que estaba, detalle que lo imposibilitaba a comprar un anillo que quería para su pareja. La plática continuó y, como era de esperarse, me cuestionó si era de mi agrado. Le … Leer más
Esta semana tuve la oportunidad de platicar con uno de mis colaboradores y me mencionaba su pasión por el oro, me comentaba lo caro que estaba, detalle que lo imposibilitaba a comprar un anillo que quería para su pareja.
La plática continuó y, como era de esperarse, me cuestionó si era de mi agrado.
Le respondo a usted lo mismo que le dije a él en su momento, el oro es un metal que no me gusta cómo luce, el dorado como color me da comezón y, sin comparación, desde mi óptica, la plata luce más en cualquier dedo, muñeca o cuello de una bella dama.
Para efectos prácticos, le comento que este metal es un elemento químico de número atómico 79, que está ubicado en el grupo 11 de la tabla periódica.
Para los científicos, el oro es un metal precioso blando de color amarillo y su símbolo es Au (del latín aurum, que significa brillante amanecer).
Asimismo, tiene las cualidades de ser un metal de transición blando, amarillo, pesado, maleable y dúctil. El oro no reacciona a la mayoría de los productos químicos, pero es sensible y soluble al cianuro, cloro, lejía y agua regia. Generalmente está en estado puro en forma de pepitas y depósitos aluviales.
Dentro de sus usos tradicionales lo vemos en la acuñación de monedas, joyería, industria y electrónica por su resistencia a la corrosión. Se ha empleado siempre como símbolo de pureza, valor y realeza.
Si se observa por el lado heráldico representa todo el poder económico y es también símbolo de vanidad.
Como usted lo verá y posterior a esta introducción, a partir de ahora lo llevaré a lugares donde abunda el uso de este metal y por supuesto, serán una excelente opción para que los incluya en sus destinos de visita próxima y, como dato adicional, si le gusta el brillo de este metal se sentirá mejor que el famoso Rico Mac Pato.
El primer lugar es la ópera Garnier en París, y es definida como la opulenta bastarda de todos los estilos de arte.
Su padre, Charles Garnier prefirió hacer oídos sordos a las críticas y denominar este estilo como Napoleón III. En el lugar, usted se verá envuelto en un ambiente totalmente dorado con grandes arañas y columnas dóricas, jónicas y corintias, también dioses griegos, y una gran escalinata de mármol que también tiende a dorados resplandores. Con estos recintos, nos podemos dar una idea de la fuerza del segundo imperio francés.
Otro lugar maravilloso está en Myanmar, donde casi como un meteorito incandescente por las miles de láminas de oro que lo recubren hace equilibrio la roca Kyaiktiyo, una pagoda inusual en la provincia de Mon.
Otro lugar que se ve a kilómetros de distancia por sus cúpulas doradas y que para desgracia de los zares les hizo ganarse una muy mala fama por este motivo es Peterhoff en San Petersburgo, donde aparte de las cúpulas antes mencionadas, esculturas y fuentes brillan todos los días con los rayos del sol.
Por si fuera poco, lo escoltan al palacio estas representaciones humanas que anticipan los lujos que había en su interior. Todo esto se hizo solamente para una casita de verano de estos personajes.
No podemos dejar pasar al petróleo como oro líquido, y en Abu Dhabi el dinero obtenido por ello se invirtió en la mezquita Sheikh Zayed, donde aparte de ser la tercera más grande del mundo, tiene en su haber mucho mármol blanco, incrustaciones de piedras semipreciosas y, por supuesto, un excesivo baño de oro, lo que la convierte en visita obligada del lugar.
En Shanghái existe un hotel que parece un túnel del tiempo, este es el Hotel Gran Hyatt. Si se mira desde el lobby hacia arriba, o desde el último piso hacia abajo, se puede tener una experiencia increíble que te transportará a un mundo de oro del cual parecerá imposible salir.
En esto de la opulencia Japón no se podía quedar atrás, y en Kyoto cuentan con el Pabellón de Oro, donde su tranquila belleza se duplica al ver reflejado en la naturaleza, el brillo que producen las líneas de oro emanadas de la misma en el lago que la rodea. Cabe mencionar que no es un simple haiku, es auténticamente el Pabellón de Oro de Kioto.
Si usted cree que la monarquía francesa no compartía sus riquezas con el pueblo, vale la pena visitar Versalles y ver la verja que rodea el castillo.
Esta encandila solo de mirarla y con esto el pueblo podía tocar el oro que no traía en sus bolsillos.
La Iglesia Católica en esta moda no se podía quedar atrás y, en la capilla Palatina de Palermo del palacio real, podemos observar claramente la herencia del arte bizantino muy preciado por cubrir los edificios de oro. Creo era la mejor manera de conservar la fe en esos años, ¿no cree?
Para terminar, y si no quiere ir tan lejos, vaya a Guadalupe en nuestro estado y observe la hermosa capilla de Nápoles, donde el oro es parte de la decoración de la misma.
Muy impresionante y llamativa a la vez. Aquí se podrá casar o recibir cualquier sacramento si coopera con su cuota que, le aseguro, será imperdonable. Así, al estilo burgués y rodeado en paredes y techo de oro, recibirá sus respectivas bendiciones sin tener que salir de Zacatecas.
Hasta la próxima.
Imagen Zacatecas – Raúl Muñoz del Cojo