Mi delito… sufrir siempre

Hace veinticuatro años, nació un niño cuya vida nadie quisiera tener. Creció en un ambiente de miseria, vicios y violencia. Su vida se fue convirtiendo poco a poco en un callejón sin salida. Sin el afán de justificar la conducta homicida, conoceremos la historia de este joven que se describe a sí mismo como “curtido … Leer más

Hace veinticuatro años, nació un niño cuya vida nadie quisiera tener. Creció en un ambiente de miseria, vicios y violencia. Su vida se fue convirtiendo poco a poco en un callejón sin salida.

Sin el afán de justificar la conducta homicida, conoceremos la historia de este joven que se describe a sí mismo como “curtido por el dolor”.

Es un hombre de tez morena, de 1.65 metros  de estatura aproximadamente, muy delgado, de una edad aparente mayor, viste ropas tipo “cholo”, usa barba de candado, es de cabello muy obscuro y entradas pronunciadas, tiene pómulos prominentes, ojos muy pequeños, se le observa un tatuaje de la Virgen de Guadalupe en el brazo derecho, en el otro brazo se le aprecia la leyenda “13 rifa”, utiliza un dije plateado de la muerte, “ella me guía, me cuida…le debo mi vida”.

Su historia

“Soy el más morrillo de cinco, yo siempre creí que era hijo de una de mis carnalas, de la más grande. Esa morra era la que veía por mí. Mis jefes le ponían al chemo. Mi jefa, decía que así se le quitaba el hambre, no había para comer, no había porque mi jefe se la pasaba en el vicio. Mi recuerdo es que yo veía a mi jefe siempre bien pedo oliendo a alcohol con la boca partida y golpeando a mi jefa, por eso a mí me cuidaba mi carnala, porque mi jefe decía que yo no era su hijo.

Limosnero

Como no había para comer y como decían que yo no era su hijo me paraban en la esquina del templo para pedir limosna, estaba yo bien batillo. 

Me acuerdo de que tenía mucho frío, apenas y me ponían una camiseta, un pantalón que ni me quedaba porque vivíamos de dado. ¿Zapatos? esos ni los conocía. ¡Como quería tener unos tenis! se los veía puestos a los morrillos de la iglesia. Yo estiraba la manilla y les decía tengo hambre y sus jefas me daban una moneda. 

Cuando mi jefe no iba por mí, me regresaba solillo caminando al barrio y los morros más grandes que se juntaban en el poste ya sabían que yo pedía limosna, me hacían bola, me aventaban de un lado para el otro, me metían mis zapes. Me decían “muerto de hambre” y me quitaban la bolsita de las monedas.

Me fregaba mi jefe

Yo les decía que no me quitaran el dinero porque mi papá me iba a pegar y se burlaban y me daban de patadas, me decían lárgate “muerto de hambre”. 

Me iba para el cuarto donde vivía y me escondía abajo de la mesa porque ya sabía que cuando llegara mi jefe me iba a meter mis fregadazos. Me sacaba de los pelos de debajo de la mesa y me pedía el dinero, como no lo tenía se enojaba mucho y me golpeaba con lo que hallara. 

Yo le gritaba a mi jefa que me defendiera y nomás la alcanzaba a ver en la esquina del cuarto agachada. Como siempre, mi carnala era la que ponía el lomo para que ya no me siguieran pegando y entonces se iba contra ella.

Se murió

Cuando yo tenía como 10 años mi carnala se murió, dijeron que se le reventaron los pulmones, pero la neta nunca supe de qué se murió. Mis jefes me echaron a la calle. Me quedaba en los portales, lo único que yo sabía hacer era pedir, nunca me mandaron a la escuela porque no había dinero. 

Se siente bien gacho que pase la gente y se te quede mirando con asco y con desprecio, yo pienso que hasta con miedo y yo seguía mirando los tenis de los niños.

Tenía que cambiar

Un día me cansé de que me miraran con desprecio y como ahí no había ni donde trabajar y a mí nunca me mandaron a la escuela, me fui a Fresnillo, para llegar ahí me tardé como 3 días, me fui caminando hasta la carretera y de ahí a pedir rait, un camionero me levantó y me regaló unas botas, me quedaban grandes y me dijo que si no quería ser su ayudante, yo no quise porque quería llegar a Fresnillo. 

Me fui a buscar a unos batos de La Zapata, uno de ellos había salido del mismo barrio que yo y ese bato había sido novio de mi carnala, le batallé, pero si lo encontré. En esos ambientes uno se calma el dolor y el hambre con chemo, con thinner, con lo que haya y esos batos en eso me metieron.

Pandillas

Yo estaba seguro que ya no quería andar de limosnero y mi sueño había sido siempre tener unos tenis. Me metí a una tienda y me apañé unos Converse,  tenía como 15 años, supe que de ahí era, me gustó lo fácil y me fui haciendo de mis cosas.

Ahí por el jardín me apañaba los estéreos de los carros y me iba a venderlos a las cantinas. Hasta ahí trabajaba solo, luego unos batos me invitaron a meternos a las casas, en una de esas me cayó la chota, como era el más morro me agarraron por menso. Devolví lo que traía que eran unas cadenillas que ni de oro eran, me dejaron ir. Se siente regacho la primera vez que te agarran yo pensé que me iba a pasar toda mi vida en el bote.

Una familia propia

Conocí a una morra, trabajaba en una tienda de tenis. Yo pasaba a ver los tenis a esa tienda, primero me los robaba, pero con lo de los estéreos ya tenía para comprar, luego ya nada más iba para ver a la morra.

Le empecé a llevar dulces y me quedaba un ratillo a platicar con ella y me dijo que su bato estaba en el otro lado, que ya no sabía de él y que la había dejado con dos morrillos, se me hizo fácil y le dije que si no quería juntarse conmigo y me dijo que sí.

Rentamos un cuarto y se llevó a sus morrillos. Yo me hice el propósito de que a los niños no les fuera a faltar nada y me metí a trabajar en una gasolinera. Pues ya sabe, uno no quiere dar mal ejemplo y como la morra me gustaba para madre de mis hijos quise hacer las cosas bien.

Dos años preso

Estábamos bien, estábamos haciendo vida juntos, yo ya ni al chemo le hacía, ese día llegó a la gasolinera un bato pelón a reclamarme a su vieja, me la hizo de tos y nos hicimos de palabras, me tiró puño y yo le grité a los compas de la gas que no se metieran que me pasaran un filero por que el bato este traía una navaja de muelle. 

Me pasaron un desarmador de punta y se lo clavé en la panza. Yo no sabía que a mi vieja se la había fregado en la tienda, que si he sabido le juro que lo mato. 

Me agarraron y me dieron dos años por que el bato casi se muere. Mi vieja no se regresó con él, se quedó a esperarme que saliera de la cárcel, pero uno atrae los problemas.

Era Navidad

Andaba crudo, yo creo que todavía pedo y andaba fuera de la casa recogiendo un escombro porque nos iban a llegar las visitas, mi vieja andaba preparando tamales.

Ahí donde había rentado otro cuarto era cerca de donde vivía mi compa el que había sido novio de mi carnala. 

El seguía metido en su pedo del chemo y del thinner y se juntaba con puros batos locos. 

Era Navidad y todos andábamos contentos, estos batos traían chelas y ahí se quedaron un rato a cotorrear. Salió mi vieja a decirme que ya me metiera a bañar y los batos empezaron de carrillas a decirme mandilón y otras cosas. Uno de ellos me preguntó que si mi vieja se llamaba como se llama y le dije que sí, que de qué la conocía.

El bato me dijo que del barrio y, me dijo que ella ya se había juntado con otro bato y luego con otro.

Yo le decía que mejor se calmara y se la hice de pedo. Le dije ¿qué traes’? Él me dijo que no la hiciera de jamón y que mejor le pasara a mi vieja que estaba re buena y fue ahí donde ya no me aguanté. 

En el bote aprendí que uno debe andar armado y yo ya me había hecho de una pistola de 22 milímetros. Mi compa se metió para defender al bato este y me dijo que mi vieja si era bien “güila”, yo ya estaba bien enojado y no me aguanté, le metí un plomazo que le dio en un ojo. Yo no esperé ni le tiré para matarlo a él, el problema era con el otro. Pero la bala se le metió hasta el cerebro.

Arrepentido

Maté al único compa que me ha tendido una mano. Defendí el honor de mi vieja, así como lo hacen los hombres. 

Yo no espero que ella me aguante los veintisiete años que me echaron. 

Me sigue visitando a las conyugales y ella me dice que sí me espera, porque yo he visto por sus hijos como míos y por el hijo que tuvimos de los dos. Si me arrepiento de haber matado a mi compa. Pero lo hecho, hecho está.

Imagen Zacatecas – Ivonne Nava García




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