Las escrituras

En nuestras carpetas de investigación se han estado integrando diversos testimonios escritos de algunos procedimientos comunes que se relacionan a la venta y compra de bienes raíces, en este caso se recurre a un expediente que contiene un complejo trámite. En el cual se procede a la certificación de la procedencia y a la vez … Leer más

En nuestras carpetas de investigación se han estado integrando diversos testimonios escritos de algunos procedimientos comunes que se relacionan a la venta y compra de bienes raíces, en este caso se recurre a un expediente que contiene un complejo trámite. En el cual se procede a la certificación de la procedencia y a la vez existencia de lo que se pretende vender y quien lo comprará.

Es una copia de la escritura original en la cual abundan los pormenores relativos a la venta del Rancho de Chilitos.

Resulta que el paraje comprendía la ranchería y colindancias que, a partir del último tercio del Siglo 19 incluso hasta las primeras décadas del s. 20, era sumamente codiciado. Por una parte, por la existencia de mantos acuíferos y terrenos de labrantío, además por su ubicación a poca distancia de Fresnillo.

En primera instancia se anota la fecha del 12 de febrero de 1895 ante notario público; en funciones acuden los señores Francisco Estrada y Francisco Correa Magallanes, el primero se presenta como albacea de su finado padre Felipe Estrada y de acuerdo al testamento su progenitor en vida asienta en el documento que faculta a su hijo para que venda los bienes necesarios y de esa manera pagar los créditos pendientes con Florencio Ramírez y Juan B. Berruoet.

De acuerdo al protocolo acostumbrado en ese tiempo, en la escritura se expone que en la ciudad de Fresnillo a las doce y media del día 22 de febrero de 1894, reunidos en la casa número 32 del costado poniente de la Plazuela de Hidalgo, el personal del Juzgado de Primera Instancia de este Partido, la señora Elena Morales viuda de Estrada, señorita María Estrada, los señores Francisco, Pánfilo y Juan del mismo apellido, se declaró abierta la audiencia.

El asunto principal de la audiencia fue para informar a los deudos del Sr. Francisco Estrada sobre el testamento y la designación de su hijo del mismo nombre como su albacea, firmando los presentes y testigos, entre ellos W. A. Yáñez, Petronilo Hernández y Cesáreo de Lara.

En otras líneas se asienta que de acuerdo al Artículo 3741 del Código Civil, se determina vender al señor Francisco Correa Magallanes los derechos y propiedad adquiridos por el testador de unos terrenos situados en el rancho denominado “Los Chilitos” en esta jurisdicción y compuestos de 45 centavos de fanega uno de ellos, y el otro, fraccionado en dos, de tres fanegas tierra de labor, cuyos terrenos reconocen un capital a censo redimible y linderos, en dos títulos otorgados al señor Felipe Estrada, bajo los números 47 y 56, luego aparece la fecha: doce de febrero de 1891, interviniendo la Jefatura Política de este Partido.

Entre otras cosas se anotan más elementos jurídicos para definir en otros términos en qué consistían los bienes adquiridos por Correa Magallanes.

Por ejemplo se hace alusión de que la Asamblea de esta municipalidad, constatando dichos terrenos en el plano que, de todos los se llamaron ejidos, se halla en la Tesorería Municipal de esta ciudad, sin número el primero, y con el número 125 el último; siendo parte de dichos terrenos cuyos derechos se venden, la concesión que a una vertiente de agua hizo la misma asamblea al poseedor de los precitados terrenos.

En la superficie del Rancho de Chilitos existen, en ese tiempo, 900 árboles, entre frutales, álamos y sauces; 700 magueyes; una presa de calicanto sus correspondientes acueductos; cuatro norias; cuatro piezas de terrado; tres cocinas y una caballería de terrado, asó como un corral grande y otro pequeño. Correa Magallanes no tan solo adquiere el rancho, también un terreno colindante propiedad de Antonio Estrada.

El rancho en cuestión, de acuerdo a testimonios recientes, se consideraba como un punto de referencia en la región. Con el paso de los años y como consecuencia de circunstancias o necesidades, se le citaba con frecuencia por la vocación de sus habitantes hacia la tierra. Era una especie de vergel en el semidesértico paraje.

El potencial acuífero en el subsuelo fue codiciado por otros intereses. Por ejemplo la empresa minera en un tiempo compraba agua a Chilitos y para ello equiparon las norias y tendieron tubería hasta las instalaciones mineras. La Presa de Linares, para variar, fue comprada por la Mexican Coorporation en 25 mil pesos. De este lugar el líquido llegaba a la Hacienda Proaño por tuberías de acero; se utilizaba para la Planta de Fuerza.

Con el trazo de la carretera Fresnillo-Zacatecas, fue necesario construir un puente para cruzar el arroyo ubicado en terrenos del rancho Chilitos. Esta obra fue en el año de 1930 siendo presidente Bruno Hernández.

Como consecuencia del inevitable desarrollo urbano, el paraje se transforma en fraccionamientos privados, así como dos edificios pertenecientes a órdenes religiosas.

Imagen Zacatecas – Carlos López Gámez