La grave provocación al Ejército Mexicano en Valparaíso, Zacatecas, y los 19 cadáveres encontrados en una fosa clandestina dan testimonio del agravamiento de la situación de violencia. La perversa racionalidad de la emboscada que arrojó el fallecimiento de un militar y lesiones de otro, sin conocer los móviles, parece operación típica de “calentamiento de plaza” … Leer más
La grave provocación al Ejército Mexicano en Valparaíso, Zacatecas, y los 19 cadáveres encontrados en una fosa clandestina dan testimonio del agravamiento de la situación de violencia.
La perversa racionalidad de la emboscada que arrojó el fallecimiento de un militar y lesiones de otro, sin conocer los móviles, parece operación típica de “calentamiento de plaza” orientada a complicar el dominio del bando criminal asentado en el territorio, hecho preocupante visto en la hipótesis de acecho para expandirse a Zacatecas del Cártel Jalisco Nueva Generación, cuyo poder de fuego rebasa lo conocido hasta ahora.
El peor error que podemos cometer es continuar sin política de seguridad local para seguir dependiendo de lo que desde los altos mando de la Ciudad de México dispongan para nosotros.
Viene de tiempo muy atrás
Tenemos que reconocer que Zacatecas es territorio de cultivo y tráfico de drogas en gran escala de manera sobresalienta desde la década de los ochenta del siglo pasado. Fue durante el sexenio de Cervantes Corona cuando de manera notoria los propios soldados custodiaban los sembradíos de marihuana en Villa de Cos y otros lugares, cuando se desmanteló un laboratorio en la zona de El Orito, embarrando a jóvenes de conocidas familias zacatecanas.
Fueron los tiempos de consolidación de jefes locales como Manuel Bracamontes, Antonio Pérez Parga y Ramiro Mireles para los cuales la historia cambió cuando los líderes del entonces conocido cártel de Guadalajara cayeron en desgracia como consecuencia de la muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena, que desembocó en muerte o captura de una generación de capos, entre ellos Rafael Caro Quintero, dueño de la plaza de Villa de Cos.
En los ochenta la infiltración del narco en el Ejército fue tan evidente que tuvo que cambiarse al batallón completo cuando la situación se tornó insostenible.
En los años noventa, durante el mandato de Romo Gutiérrez las autoridades civiles federales actuantes en Zacatecas fueron gravemente penetradas por el crimen organizado, que alcanzó dimensiones internacionales como lo revela el avión colombiano que aterrizó con 12 toneladas de cocaína en Sombrerete y que en el traslado de la mercancía a Zacatecas se redujo a tonelada y media, generándose poco después las muertes violentas de diversos jefes policiacos federales involucrados en la operación, fue la época de “brillo” del todavía recordado y temido jefe de la policía ministerial del estado, Pedro Eliel Carmona.
En aquellos años era común encontrarse en el desaparecido restaurante Caballo loco a temibles delincuentes, con corrido y todo, con altos en la delegación de la PGR que terminaron asesinados en otros lares, sobresale como testimonio de la putrefacción de las autoridades civiles responsables de perseguir el narcotráfico, el extraño suicidio del delegado de la policía Judicial Federal que según la versión oficial, cuando supo que había llegado a Zacatecas prefirió irse a La Bufa y suicidarse mediante un balazo de trayectoria extrañísima por cierto.
El tránsito de la droga por Zacatecas dejó temprana huella mediante el asesinato a mansalva, en la gasolinera El Pilar del capitán de Caminos Díaz Durán, fresnillense, y un teniente de origen Tamaulipeco.
El contrabando de paso llenó la cárcel de “Cieneguillas” de mujeres guapas cuando se puso de moda seducirlas para emplearlas para conducir autos lujosos con llantas cargadas de “hierba mala,” cocaína y fajos de dólares.
Ni así entendimos
Con tantos antecedentes, ningún gobierno tuvo la visión de desarrollar policía para retos mayores ni cultivó la potenciación de la investigación del delito ni tomó las providencias para evitar que el sistema carcelario se convirtiera en escuela del crimen, por tal razón cuando Felipe Calderón sale con la criminal irresponsabilidad de agarrar a “garrotazos al avispero” a los zacatecanos nos agarran desprevenidos y después de diez años seguimos dando palos de ciego al ritmo marcado por un gobierno federal inepto a más no poder.
Una política local deberá de partir de una realidad: la victoria de Zacatecas será viable solo como parte de la victoria nacional sobre el crimen organizado.
Podemos, eso sí, abatir la producción local de delincuente mediante una política social verdaderamente incluyente que en mucho aliviaría nuestras angustias, pero el crimen organizado tiene en Zacatecas paso obligado, terreno propicio para cultivos y lugares para esconder laboratorios, circunstancias todas que aseguran la presencia de malandrines foráneos mientras existan.
Pobres matando pobres
En Valparaíso encontró la muerte un soldado pobre más, que vino de Oaxaca a morir a manos de otros pobres que empuñan armas desde la banqueta contraria.
Unos y otros, sin saberlo, víctimas de las mismas avarientas y corruptas élites.
Unos y otros aplastados por la fantasía neo- liberal aunque lo ignoren.
Unos y otros piezas desechables, fácilmente reemplazables .. y lo saben.
Nos encontramos el jueves en el Recreo.
Imagen Zacatecas – J. Luis Medina Lizalde