Cada vez que se formulan interminables cuestionamientos sobre el historial relativo a las llamadas salas de lectura y consulta, conocidas también en la comuna como: bibliotecas públicas, las respuestas no son necesariamente motivo de acuciosa investigación, simplemente por que no se requiere emprender agotadoras andanzas por los pasajes laberínticos de la historia local. Todo tiene … Leer más
Cada vez que se formulan interminables cuestionamientos sobre el historial relativo a las llamadas salas de lectura y consulta, conocidas también en la comuna como: bibliotecas públicas, las respuestas no son necesariamente motivo de acuciosa investigación, simplemente por que no se requiere emprender agotadoras andanzas por los pasajes laberínticos de la historia local. Todo tiene su origen y acudimos puntualmente a la cita que empieza en el año 1941.
Así es. Nos remontamos a ese año. Ocurrió durante el corto periodo como alcalde interino de Carlos Poncio a quien se le conocía con el sobrenombre de Cerillo. Además se le vinculaba estrechamente con el general Pánfilo Natera García desde que se le desempeñaba como jefe de la División del Centro en tiempos de la revuelta en 1910.
Esta persona, de acuerdo con nuestros apuntes, dejó pocos testimonios de su administración municipal. Se destaca la construcción de la Alameda y la organización de una serie de festejos en el mes de diciembre con el propósito de crear un evento popular que propiciara una comunión más firme entre los habitantes; algo así como una feria local. Fue tan solo un intento, pero las crónicas de su tiempo lo registraron.
En el centro de la llamada Alameda, donde actualmente se encuentran la Escuela Primaria Morelos y el Jardín de Niños Gustavo Ruiz de Chávez , que surgieron a mediados de los cuarentas y que provocaron la invasión total de un espacio público construido para la recreación de la familia se erigió un edificio semicircular destinado para lo que debería ser, de acuerdo con el proyecto, la primera biblioteca infantil de Fresnillo. Fue tan solo un mero anuncio, los hechos nos registran en el rostro que fue una mayúscula mentira.
Fue hasta los años cincuenta del siglo anterior, cuando surgió otro intento para dotar a la población de una biblioteca pública, fungía como presidente municipal David V. Camacho. La convocatoria fue recibida de inmediato por la sociedad civil y varios ciudadanos, juntamente con diversas agrupaciones y la llevan al terreno de las realizaciones tangibles ante el marcado escepticismo de otras más. Finalmente la ciudad contaría con una biblioteca municipal, vendría a convertirse en la primera en la historia.
La respuesta de la sociedad fue indudablemente ejemplar. Los fresnillenses siempre participan en todo aquello que los beneficie y que impulse su desarrollo y superación en todos órdenes. Y, así como respalda causas comunes rechaza con firmeza lo que los perjudique y dañe.
Las aportaciones en libros fueron ejemplar. Lo anterior hizo posible crear la primera biblioteca municipal, la cual llevaría el nombre de Luis de Rosa Oteiza de acuerdo con la sugerencia del líder minero Lorenzo Hinojoza. Se le ubica en la parte baja de la Presidencia Municipal por la actual calle Reforma.
Ahí permaneció hasta su desaparición, fue cerrado en 1971 dando paso a un irrefrenable saqueo.
Varios ciudadanos fresnillenses participaron con entusiasmo y decisión en la creación de esta sala de lectura y consulta. Entre ellos los licenciados Julián Gamboa y Francisco Basurto Escalera, así como don Guillermo Errecalde Novoa. La colonia América donó volúmenes diversos, los mismo ocurrió con familias de extranjeros residentes en El Mineral. La población en general también se sumó la campaña de recolección de libros.
Su funcionamiento regular vino a cubrir un profundo hueco en la materia de salas de lectura y consulta al servicio de público, principalmente en los estudiantes. Su custodio y promotor fue desde el principio el señor Samuel Vidal, al ocurrir su muerte, la biblioteca empezó a derrumbarse sin que nadie intentara rescatarla. Su contenido se arrojó como artículos inservibles en la parte alta de la presidencia.
El primer ejercicio del doctor Herón Rojas Sánchez, como alcalde del municipio, se procedió al rescate, y se instaló en la parte alta del auditorio de la Escuela Evolución a cargo de la CNOP.
Después cuando nació el Ágora se le trasladó a un espacio más decoroso y se le cambió el nombre, se le impone el de un fresnillense, Genaro García que aún conserva. A principios del presente siglo que se le construye su propio edificio inmediato al Gimnasio Municipal donde todavía esta en servicio.
De la existencia de la primera biblioteca municipal, los registros de la época reseñan valiosísimas colecciones, de las cuales puedo asegurarles ya no existen. Recordando la Historia de Francia de M. Huizot, traducción de Federico Schwartz; el editor era José Esparza y se imprimió en Barcelona entre los años de 1789-1848. También existía el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, cuyo contenido integraba notas y diccionario de palabras utilizadas en la obra bibliográfica. Las fabulas de La Fontaine y Corridos Fresnillenses.
Imagen Zacatecas – Carlos López Gámez