
Recientemente se le ocurrió ofrecer los bolicajeta.
A quienes le compran un bote de cajeta, Pepe les regala un bolillo en ese momento para que prueben sus deliciosas tortas.
ZACATECAS.- Todos los días desde temprana hora, José Manuel Pérez Esparza sale de su casa en el municipio de Trancoso con un solo objetivo: endulzar los paladares de las personas que andan por el Centro Histórico capitalino con la cajeta que vende.
Pepe “El Cajetero”, como se hace llamar, es comerciante desde los 10 años y fueron sus padres quienes le inculcaron el valor del trabajo y desde entonces supo que para hacerse de sus cosas tenía que ganárselas con el sudor de su frente.
“Yo comencé en las calles vendiendo nopalitos y tunas, mis padres a eso se dedicaban y por muchos años salieron a las calles a vender para sacarnos adelante y que nada nos faltara”, comentó José, quien actualmente tiene 30 años y es felizmente casado.
Agregó que desde hace 8 años cambió los nopales y las tunas por la cajeta, pues esta suculencia se vende más rápido que los productos que anteriormente comercializaba.
Su mejor vitrina son las banquetas, principalmente las de la avenida Hidalgo, pues ahí se aglomeran sus compradores y sabe que el “probete” es esencial para que la gente conozca la calidad de su producto.
Es así como a todo el que pasa, les ofrece una degustación de la cajeta que vende y que anuncia con su voz alegre cual pregonero se tratara.
“Lleve la cajeta, es cajeta de Celaya, pásale señito, pruébela sin compromiso” son sus palabras que invitan a los caminantes para que le compren un bote con este dulce manjar.
Hace unos días a Pepe El cajetero se le ocurrió una idea que puso en marcha y le está rindiendo frutos, pues uno de sus amigos le recomendó vender barquillos con cajeta y José dijo, por qué no; pero en lugar de barquillos voy a vender bolillos rellenos de cajeta.
Esta iniciativa llamó mucho la atención del público y ahora no sólo carga con las tinas llenas de cajeta, sino que ahora otra de ellas está llena de bolillos, para hacer sus tortas de cajeta.
Es tanta la atención, que logra generar, que más de una persona no se queda con las ganas de probar esta delicia y con el plus de que puede elegir libremente su bolillo, abrirlo con sus propias manos y esperar a que la cajeta caiga lentamente sobre el pan.
Como postre es una delicia, que también puede ser acompañada por un vaso con leche o con un café.
Es así como José Manuel El Cajetero se gana la vida en las calles todos los días y comentó que piensa seguirse dedicando al comercio como sus padres le enseñaron y a quienes ahora les toca a ayudar con su labor de la que se siente orgulloso, pues considera que es un trabajo honesto como cualquier otro.