Manuel endulza la vida, aunque ésta se la amargue

Como no tiene trabajo por su epilepsia, se las ingenia para ganar dinero. Fotos: Carlos Montoya.
Como no tiene trabajo por su epilepsia, se las ingenia para ganar dinero. Fotos: Carlos Montoya.

Manuel trabaja prácticamente todo el día, pues llega a las 10:30 de la mañana y se retira a la 8:30 de la noche aproximadamente toda la semana.

ZACATECAS.- La vida le ha puesto duras pruebas en el camino, como el fallecimiento de sus padres, el de su esposa y su propia enfermedad; pero a Manuel Sandoval Almaraz nadie le quita las ganas de salir adelante.

Al terminar la primaria, Manuel tuvo que empezar a trabajar para apoyar con la economía familiar, así que fue a trabajar como cargador y lavador de automóviles.

Por la pandemia, a penas saca para comer.

En su juventud, el zacatecano se quedó sin sus padres y a pesar de que fue complicado, en esta tierra de cantera y corazón de plata nadie se rinde.

Fue en la venta de golosinas donde halló el sustento que necesitaba y desde entonces las calles han sido su mejor vitrina, siendo jóvenes y niños sus principales clientes.

Cuando parecía que todo iba bien, a Manuel la vida le puso otra prueba, pues su esposa, doña Maura, murió el mes pasado a causa de diabetes a la edad de 63 años.

Lo anterior, además de acostumbrarse a no ver a su esposa, a ella le daban el apoyo del gobierno del programa 60 y más, por lo cual se complementaban para solventar los gastos.

Tiene su puesto en el Jardín Independencia, si pasan por ahí compren algo.

Por ello, desde la partida de doña Maura, Manuel se las empezó a ver difíciles; aunque no baja la guardia, pues es un hombre acostumbrado al trabajo.

A pesar de que le gusta trabajar, para el zacatecano es difícil que lo contraten, pues resultó que tiene epilepsia; aunque eso no lo limitó para seguir buscando su sustento.

Por lo anterior, Manuel comenzó a vender sus dulces afuera de Catedral, donde las autoridades ya no le permitieron seguir con su actividad; aunque lo removieron al Jardín de Independencia, donde actualmente se ubica.

A consecuencia de la pandemia, a duras penas el comerciante gana algunos pesos que le alcanzan para surtir su pequeño negocio, pagar los servicios de su casa y la comida.

Aunque anda triste porque hace un mes se murió su esposa, él sigue echándole putazos a la vida.

A pesar de todo, no está solo

Es así que Manuel trabaja prácticamente todo el día, pues llega a las 10:30 de la mañana y se retira a la 8:30 de la noche aproximadamente toda la semana.

Actualmente, trabaja con incertidumbre, pues a pesar de tener un permiso que le permite trabajar en la vía pública sin pagar plaza, dijo que las autoridades pretenden cobrarle, cuando sus ganancias son pocas.

“A veces la gente que me conoce me apoya, me traen un taco envenenado, un caldito de res, una torta, me echan la mano y yo se los agradezco.”

“Mi hermano me presta a veces para surtir los dulces,” comentó Manuel quien a pesar de todas las adversidades él sigue adelante vendiendo sus dulces y lo seguirá haciendo hasta que sus fuerzas se lo permitan.

Es así como este hombre le sonríe a la vida y a sus clientes a quienes les endulza el paladar en una pasadita en el Jardín Independencia.




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