Luis endulza sus clientes con tacazotas y gorditas

Este jalpense le sacó provecho de lo que aprendió de su familia, quien le enseñó el arte de hacer gorditas de horno. Fotos: Rocío Ramírez.
Este jalpense le sacó provecho de lo que aprendió de su familia, quien le enseñó el arte de hacer gorditas de horno. Fotos: Rocío Ramírez.

Desde hace 2 años, Luis Armando se dedica a la elaboración de gorditas de horno y tacazotas.

JALPA. – Para Luis Armando, las gorditas de horno y las tacazotas significan la oportunidad de ganarse la vida, pero también es preservar la tradición de su familia y hacer que se le haga agua la boca a sus clientes.

Dicen que barriga llena, corazón contento. Por ello, el jalpense quiere endulzar la vida de sus clientes, quienes tienen hambre de algo tradicional, doradito y delicioso que se acompaña con leche y hasta café.

Nos compartió el secreto para hacer tacazotas.

Hablamos de una rica y deliciosa tradición en nuestro estado y país: las gorditas de horno. Sí, esas exquisiteces cocidas en el horno de tierra; elaboradas con harina de trigo o maíz, además de leche agria.

Una receta muy de abuelita de rancho

Desde hace 2 años, Luis Armando se dedica a la elaboración de gorditas de horno y tacazotas al menos una vez a la semana. Porque se lleva mucho tiempo, pues hay que hacer la masa, prender el fuego y hornear mucho.

Su receta familiar consiste en una masa elaborada con harina, canela, jocoque, cuajada y azúcar. Además, para hacerla le toma aproximadamente una hora, más su tiempo de reposo.

Utiliza las portolas para darles su forma característica.

Por otro lado, tiene que madrugar a prender el horno, que consiste en llenarlo de leña gruesa, que arde y arde por algunas horas para que quede en su punto candente y luego cocer las gorditas.

Aunque Luis Armando tiene que andar a las vivas, pues no puede dejar que el honro se enfríe y mientras realiza la cocción de las gorditas, le sigue metiendo leños para que no se le apague.

Cada tanda que se mete al horno dura un promedio de 8 minutos en cocerse, luego las saca, las desmolda y vuelve ponerles más masa, hasta acabar con ésta.

Cuando se pone a hornear se fija que le horno no se enfríe, sino le quedan crudas sus delicias.

Una tradición muy mexicana Algo que en la zona de Jalpa y la región es muy común, es cocer las gorditas en latas de sardina o también llamadas portolas, las que tienen la oportunidad de utilizarse por segunda vez.

Para Luis Armando es un orgullo seguir con esta tradición y aunque su familia las hacía para el consumo en casa, él se puso las pilas porque aquí unos pesos nunca están de más.

Con eso en mente y cuando se acaban los elotes y comienzan a formarse las mazorcas para el maíz, también se pone a hornear tacazotas.

La leña con la que cuece le da un sabrosón diferente.

Para los que no están familiarizados con la palabrita, las tacazotas son muy similares a las gorditas; pero en vez de llevar harina de trigo o nixtamal, se le pone masa de elotes duros.

Luis Armando nos comparte su secreto para elaborarlas (así que no se lo digan a nadie), el punto es colocar el azúcar y la canela al mismo tiempo en que se muelen los elotes, para que la masa no se haga agria.

Horno de rancho Otro aspecto que les da ese sabor tan delicioso a las gorditas y tacazotas, es el tipo de leña con que las cuece, pues generalmente se usa leña de encino y roble, que le da ese sabor ahumado tan sabroso.

Luis Armando trabaja mediante pedidos, generalmente hace una publicación a través de redes sociales, donde cada quien hace su pedido y en cuanto termina hace la entrega de las gorditas.

Estas exquisiteces están cocidas en el horno de tierra.

Asimismo, su familia se ha ganado gran popularidad entre los jalpenses, pues también ofrecen tortillas de nopal y para enchiladas, carnitas, discada, entre otros alimentos.

La verdad que deliciosa tradición de los parientes de Luis, pues sus días están ocupados para que los pobladores muevan el bigote, se endulcen la vida y compartan con sus seres queridos.

El jalpense platica que su pedido más grande de gorditas se lo hizo una mujer de la comunidad de La Pitaya, quien le encargó 400 gorditas para llevar a Chicago, en los Estados Unidos.




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