Los restos de la Presa de Infante
Actualmente funge como un parque recreativo.
GUADALUPE .- Sus viejas paredes de piedra humedecidas por el agua que concentra en su estanque y que han sobrevivido al paso de los años dan cuenta de lo que un día fue la Presa de Infante.
Este lugar de casi 300 años de historia, fue parte de la Ex Hacienda de Bernárdez, que comenzó a construirse en 1575 como un beneficio minero.
En 1706, el capitán de infantería española Ignacio Bernárdez adquirió la hacienda; posteriormente entre 1730 y 1740 la vendió a Don José Rivera y Bernárdez, cuyo título nobiliario lo identificaba como Conde de Santiago de la Laguna.
De esta hacienda, considerada como una de las más importantes del periodo virreinal, levantada en lo que hoy en día es el Centro Platero, queda la Capilla de Bernárdez, el casco, entre otros muros que la rodean.
En la capilla que tiene por nombre Nuestra Señora de Bernárdez, se venera a la Purísima Concepción.
Se trataba de una hacienda que funcionó hasta el primer tercio del siglo 19, gracias a la extracción de plata y oro por azogue de las vetas cercanas.
Cómo era el agua transportada
Respecto a la presa, era parte de todo un sistema hidráulico conformado por túneles, canaletas, compuestas y hasta un acueducto para transportar el agua a la hacienda donde también existía otra presa.
Lo anterior porque se requería del vital líquido debido a lo que implicaban las técnicas de entonces para la extracción de los minerales.
De esta manera, hay similitudes en las construcciones de muros cercanos al casco antiguo de la hacienda con los de la cortina de la presa de Infante, que era parte de todo el beneficio.
En la actualidad tanto la presa de Infante como lo que queda de la hacienda funcionan como parques recreativos donde los visitantes conviven en un entorno de historia y esparcimiento.