Las pulseras de don Eustolgio

Don Eustolgio encontró en esta actividad más que un trabajo o una forma de sustento, un verdadero estilo de vida. Fotos: Carlos Montoya.
Don Eustolgio encontró en esta actividad más que un trabajo o una forma de sustento, un verdadero estilo de vida. Fotos: Carlos Montoya.

A sus 65 años, el oaxaqueño sigue trabajando todos los días vendiendo estos accesorios que le dan estilo a las personas.

ZACATECAS.- Hace seis años don Eustolgio Bautista llegó a tierras zacatecanas desde su natal Oaxaca y se puso a hacer lo que más le gusta: pulseras con hilo de espiga.

A sus 65 años, el oaxaqueño sigue trabajando todos los días vendiendo estos accesorios que le dan estilo a las personas para toda ocasión pues nunca pasan de moda.

Actualmente las vende en el callejón de la Bordadora.

Desde hace 13 años, don Eustolgio, empezó a fabricar pulseras de manera artesanal; sus principales herramientas son sus manos y un pedazo de madera para sujetar el hilo mientras les da diferentes formas y tamaños a sus pulseras.

Viene desde Oaxaca, lugar que abandonó hace 6 años.

Esta actividad, le ha dado grandes satisfacciones, la primera de ellas es ser su propio patrón, la segunda haber conocido varios estados del país donde ha llegado a vender sus productos que forman una sinfonía de colores mientras están en exhibición.

Después de varios años en que se dedicó a la venta de libros, don Eustolgio descubrió un talento que posiblemente no sabía que tenía e inmediatamente lo explotó.

A Zacatecas llegó siguiendo los pasos de uno de sus hijos quien lo animó a venir en busca de nuevos horizontes donde vender sus pulseras.

Lleva 13 años vendiendo pulseras.

Actualmente las vende en el callejón de la Bordadora, en la esquina con la plazuela Genaro Codina en el Centro Histórico, de 11 de la mañana a 4 de la tarde.

Don Eustolgio es un hombre que no sabe perder el tiempo, pues mientras llegan los clientes él sigue elaborando pulseras que van desde los 10 pesos y cuando llega a su casa descansa un poco para seguir fabricando más.

“A mí me enseñó la gente, cuando me dicen qué colores quieren que lleve la pulsera, qué formas, yo se las hago y así fui aprendiendo, esto es lo que más disfruto de mi trabajo, que la gente quede contenta” comentó don Eustolgio.

 

“Aquí sí hay trabajo, aunque ha bajado un poco por el coronavirus, casi no hay turistas pero sigo vendiendo las pulseras” agregó.

Su trabajo implica mucha paciencia y concentración que se traducen en la calidad de sus pulseras cuando ya están lista para la venta.

Don Eustolgio encontró en esta actividad más que un trabajo o una forma de sustento, un verdadero estilo de vida que representa su amor por la vida.

Antes de este trabajo, se dedicaba a vender libros.



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