
En el lugar aún huele a rancho, de ese del Cine de Oro Mexicano. Fotos: David Castañeda.
Don Antonio Aguilar rodó varias películas usando la exhacienda como lugar de filmación.
VILLANUEVA.- Ubicada a mitad del camino entre la capital zacatecana y Villanueva, la comunidad de Malpaso es un sitio que alberga una exhacienda que el tiempo se la ha ido acabando; sin embargo, la magia del Cine de Oro mexicano la inmortalizó.
La exhacienda del Malpaso sonó por ahí del siglo 16 (para los que no se la sábanas, eso quiere decir que es del año 1500 al 1599) y fue una propiedad delConde de Santa Rosa, Juan Bravo de Medrano.
De hecho, realmente el nombre de dicho lugar es hacienda de Santa Rosa de Malpaso, sí todo eso.
Al paso del tiempo, para 1814 la adquirió Antonio María de Gordoa y del último hacendado que se tiene dato fue de Benjamín Gómez Gordoa.
¡Qué ironía!, que el legado de los españoles que nos vinieron a conquistar se puede apreciar todavía en la gastronomía.
Fíjese usted, estimado lector, que el pasado de estas haciendas sigue en pie y, para muestra, hay que mencionar a las afamadas tortas de chorizo.
Se tiene el dato de que la receta del chorizo que actualmente se vende en las tortas se elabora con la receta original de los españoles hacendados.
Para cerrar con broche de oro, el charro zacatecano por excelencia, Antonio Aguilar, rodó varias películas usando la exhacienda como lugar de filmación.
Una de las películas más recordadas fue La Muerte de Pancho Villa rodada en 1974, cuyo filme llevó a la pantalla grande varios escenarios famosos, tanto de Villanueva como de Guadalupe.
Por si no fuera poco toda la historia que encierra Malpaso, también tiene una presa y un arroyo que está acompañado por enormes árboles y un escenario como de cuento.
Muy bonito, pero recuerde que en las haciendas operaban las “tiendas de raya”, con las cuales sometían a los trabajadores de las haciendas para que trabajaran para siempre de familia en familia.
Recuerde también que esos trabajadores sin nombre son los que mantenían vivas las haciendas y si están cayendo sus muros es porque esa estructura de esclavismo también cayó.
Desafortunadamente, nadie recuerda a las interminables filas de trabajadores que murieron confinados en los interiores de estos muros.