Don Juan, peluquero tradicional y a mucha honra
Por más de 62 años, don Juan Manuel Álvarez Aguayo ha dedicado su vida a ser peluquero tradicional, actividad que actualmente pocos desempeñan en el municipio.
FRESNILLO.- Por más de 62 años, don Juan Manuel Álvarez Aguayo ha dedicado su vida a ser peluquero tradicional, actividad que actualmente pocos desempeñan en el municipio.
“Con orgullo digo que yo soy peluquero”, aseguró don Juan mientras realiza un corte de pelo a uno de sus clientes, de los que afirmó le honra con su preferencia desde hace varios años.
Cuando don Juan inició existían 35 peluqueros y con el paso del tiempo, tras varias crisis, fueron a la baja la presencia de éstos, pues ahora solo existen cinco o seis personas que se desempeñan en esta actividad.
Vino la época de los hippies y los peluqueros entraron en crisis, porque todo mundo quería traer el pelo largo, luego vinieron las estéticas unisex, que también afectó y ahora son las barber shop”, declaró.
Todo lo anterior ha perjudicado la existencia de peluqueros tradicionales, esos del caramelo rotador, de azul, blanco y rojo, y aquellos que ponen jaboncito y talquito para evitar la irritación de la piel.
Buscar ser el mejor en lo que hace
Entre los recuerdos, Don Juan platicó que cuando tenía 14 años no había recursos económicos para estudiar, por lo que buscó un oficio para desempeñarse.
Después de tocar algunas puertas, se acercó con quienes eran barberos y peluqueros para aprender de este honorable oficio, que con el paso de los años se convirtió en su principal sustento.
Al principio no me gustaba; pero le fui tomando amor al oficio y lo hago con amor, porque me gusta”, añadió.
Lo anterior debido a que le gusta conocer gente nueva, que los caballeros vengan a disfrutar de un sitio, que además de un buen corte, tienen a un amigo que los escucha y aconseja.
Todos los días, la lucha de la sobrevivencia
Diariamente, don Juan inicia su jornada laboral a las 10 de la mañana y termina a las 8 de la noche, tiempo en el que atiende a sus clientes, en su mayoría a hombres.
La mayoría de las personas que lo visitan son de las comunidades de Fresnillo, quienes aprecian el trabajo bien hecho y que viene de generaciones.
“Me ha tocado atender a mujeres; pero en su mayoría son hombres, ya mayores, los jóvenes son pocos los que vienen”, agregó.
Calificó como un arte el oficio que desempeña, del que dijo no cualquiera lo realiza, pues implica habilidad con las manos.