Dale más vida a tus zapatos con Lupe, el zapatero

Guadalupe Álvarez es el único zapatero en Jalpa que puede arreglar su calzado. | Fotos: Rocío Ramírez.
Guadalupe Álvarez es el único zapatero en Jalpa que puede arreglar su calzado. | Fotos: Rocío Ramírez.

Don Lupe tiene 32 años en este oficio.

JALPA. – ¿Se te rompieron los zapatos? ¿Los tienes raspados y sucios? Si todavía no quiere tirar sus botas, tenis o zapatillas, don Guadalupe Álvarez Muñoz se los puede reponer y dejarlos como nuevos.

Los zapatos son muy importantes, ya sea para el trabajo, para ir al campo, a correr, o nada más para protegerse los pies; pues los zapatos siempre siguen nuestros pasos.

Cuando lo necesite, Lupe se encuentra en su taller.

Y es que como dicen “los zapatos son como los amigos, puedes tener muchos, pero siempre andar con tus preferidos”, y por eso se desgastan rápidamente, pero no te preocupes, en Jalpa, don Lupe Álvarez los arregla.

Don Lupe Álvarez se ha dedicado 32 años de su vida, a esta noble labor, desde entonces repara zapatos, porque este es un oficio que le enseñó un primo y se convirtió en su ingreso principal.

En Jalpa tiene 18 años desempeñando este oficio.

 

Él empezó en esto, cuando solo tenía diez años; y así se ha movido trabajando, de sus 32 años como zapatero, solo 18 de ellos ha estado en Jalpa, ya que él es de jalisciense.

Ahí charlando un rato con don Lupe, nos comentó que ningún trabajo de reparación es sencillo, porque no todos los zapatos son iguales, y es muy diferente reparar unos tenis que unas zapatillas o unas botas de trabajo.

Es más barato reparar los zapatos que comprar unos nuevos.

Los gajes del oficio

Cada zapato tiene su nivel de complejidad en su reparación y prácticamente en cada uno hay un proceso diferente.

Lupe señala que en Jalpa, lo que más le llevan a reparar son las botas de trabajo para el campo y las botas vaqueras, de ahí en más las tapas de los zapatos de dama.

Lupe sabe que con su trabajo apoya la economía de la gente.

Lupe dice que le gusta hacer todo el trabajo, el que menos, es poner tacones a los zapatos de mujer, pues tienen que quedar a la primera, si no se echan a perder y tiene que empezar de nuevo.

Pero ese trabajo no es el más complejo, según cuenta, entre lo más complicado, está hacer más chicos un par de zapatos, es decir que si son del número ocho los puede reducir a siete o hasta seis.

Dice que él sabe bien que su trabajo es muy útil para la gente, pues los zapatos son caros, y con sus reparaciones, el cliente ya puede evitar el gasto de comprar un par nuevo.

Para ahorrarse unos pesos

Dice que, por ejemplo, una persona de escasos recursos, que compra un par de zapatos de 200 pesos, con treinta pesos de una reparación, hace que estos zapatos tengan más duración.

Aimé con 21 años ya casi domina el oficio.

Y una persona con mayor poder adquisitivo que lleva unos zapatos de dos o tres mil pesos, también le hace rendir esa inversión en unos zapatos caros, con doscientos o trescientos pesos, que cuestan por ejemplo unas suelas nuevas.

Con los años el negocio ha cambiado, y para bien, ahí conociendo gente, ha cambiado de materiales, por ejemplo, hace muchos años, solo existía el neolite, la baqueta y la llanta para reparar zapatos; hoy hay muchísimos más materiales.

Lupe también dice que este oficio está en peligro de desaparecer, no hay mucha gente que se interese en aprenderlo, lo cual es triste porque, así como se necesitan tortillas para comer, se necesitan los zapatos a diario.

Cada trabajo es único y tiene su grado de dificultad.

Lo que más le gusta de su trabajo es que el cliente se vaya satisfecho, el que una persona vuelva a encargarte un trabajo significa que le gustó lo que hiciste, eso es uno de los mejores pagos que puede uno recibir.

Aimé trae nueva sangre al oficio

Actualmente en Jalpa es el único reparador de calzado, sin embargo, hay esperanza en su taller, Aimé una chica de 21 años, lo ayuda y aprende el oficio, tras dos años y medio de práctica ya es muy buena.

Puede poner suelas a sus zapatos desgastados.

Aimé dice que a ella lo que más le gusta es poner suelas, dijo que para ella ha sido fácil, pero no todos los zapatos son iguales, por ejemplo, unas botas, con un tacón muy duro, coserlo puede ser complicado.

Pero es algo que a ella le gusta, dice que en el futuro le gustaría aprender a hacer zapatos. También mencionó que algunas reparaciones de zapatos pueden ser muy breves y llevar máximo una hora en acabarlo.

32 años en este oficio lo avalan.

El taller de Lupe, no es un simple taller, ahí aguarda grandes tesoros, entre ellos una máquina para coser zapatos del año 1887, esas máquinas ya no se hacen, por eso, don Lupe siempre busca mantenerla en buen estado.

Finalmente, Lupe agradeció a las personas que lo buscan por su trabajo, que confían en él para darle una segunda vida a sus zapatos.

Así que si sus zapatos amenazan con morirse, revívalos en el taller de José, está ubicado en la calle Niños Héroes No. 235, detrás de las combis.

 




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