¿A cómo las donas, mi Luis?
Luis Antonio Guillermo López te espera todos los días en la intersección que forman las calles Arroyo de la Plata, Justo Sierra y García de la Cadena para ofrecerte variedad de pan y su especialidad: las donas.
ZACATECAS.- En la intersección que forman las calles Arroyo de la Plata, Justo Sierra y García de la Cadena, el olor a pan recién horneado impera en el lugar: son las donas de Luis Antonio Guillermo López.
Este emprendedor, de 37 años, llega en su coche desde las 7:30 de la mañana al Centro Histórico, de lunes a domingo. Aunque, él empieza a trabajar a las 4:30 para ofrecer un producto fresco.
El buen Luis viene de una familia de panaderos; su abuelo Rafael López García comenzó hace más de 30 años en la calle Tacuba, de donde las autoridades los movieron cerca de la plaza Bicentenario.
Dijo que su difunto tío, Rafael López Quintero, fue el que comenzó con este oficio de las donas hace 10 años, y él es quien ahora sigue con el trabajo familiar.
En este trabajo está implicada casi toda la familia de Luisito, pues comentó que tiene un año en el negocio que también funciona gracias al trabajo de su mamá, Luz López.
La señora es la encargada de preparar el atole y también le echa la mano su esposa, Blanca Judith; y su hermana, Alma.
Entre todos forman un equipo de trabajo con el que le hacen frente a la pandemia, la que ha cambiado su forma de trabajo.
Anteriormente vendían sus productos de lunes a viernes; pero ante el complicado panorama se vieron obligados a trabajar los 7 días de la semana.
Luis Antonio se siente orgulloso de que las personas prefiera sus donas, “que a la gente le guste nuestras donas y que te lo digan, eso te impulsa a echarle más ganas”, dijo.
Agregó que la panadería se llama El Nopal y que los lunes y los jueves venden todo tipo de pan dulce.
Mientras que los otros días son exclusivamente donas, sapos y trenzas, que, acompañados con un atole, endulzan hasta los paladares más exigentes.
Explicó que desde septiembre hasta que acaba el invierno es cuando la venta de sus panes aumenta, pues a la banda siempre se le antoja una bebida caliente, acompañada de un pan recién sacado del horno.
El donero Luis dijo que más que un trabajo se trata de una tradición con la que está comprometido y la seguirá hasta que sus fuerzas se lo permitan.
La venta termina a las 11 de la mañana, a veces minutos después o antes si es que el pan se les acaba.
Pero, de lo que está seguro Luis, es que sus clientes se llevan a la boca unas donas fresquesitas y de la más alta calidad e higiene, cosa que le enorgullece.