Por apoyar a sus padres, casi lo mata una pandilla

La miseria y la pobreza con la que creció Paco junto a sus 11 hermanos en una comunidad de alta marginación del sureste zacatecano, lo llevó a  buscar el sueño americano, sin saber que por poco perdería la vida a manos de una pandilla.  Paco vivió entre carencias e indiferencia de la gente, recuerda que … Leer más

La miseria y la pobreza con la que creció Paco junto a sus 11 hermanos en una comunidad de alta marginación del sureste zacatecano, lo llevó a  buscar el sueño americano, sin saber que por poco perdería la vida a manos de una pandilla. 

Paco vivió entre carencias e indiferencia de la gente, recuerda que cuando tenía 11 años viajaba en su bicicleta debajo de la carretera Panamericana, cuando de pronto, los tripulantes de una camioneta se bajaron al camino de terracería para echársela encima. 

Vio que se burlaron y se fueron “mi bicicleta quedó echa un chicharrón, quedó hecha nada, yo todavía me acuerdo de cómo vi los fierros de la camioneta pasar encima de mí; no me pasó nada, solo salí con una descalabrada y me salía sangre de la cabeza”, siguió su camino. 

Esa experiencia, además de los sangrados que tenía cuando era niño debido a su desnutrición y el deseo de dar una casa a sus padres lo hicieron andar, hacer sacrificios, recaudar dinero para “el coyote” y llegar a los Estados Unidos para vivir su “sueño americano”. 

El viaje

Emprendió la travesía y por fin llegó a su destino. 

El arribar a Phoenix, Arizona lo puso feliz y siempre con una meta; hacerles una casita a sus papás para que no anduvieran batallando. 

El muchacho comenzó a trabajar en la construcción, recuerda que el día que casi pierde la vida fue después de salir de un súper mercado. 

La pesadilla

“El compañero (de casa) me pidió que fuéramos a comprar unas cosas para la comida a una tienda que estaba cerca, vivíamos en las zonas pobres del condado y le dije que sí; cuando salimos nos encontramos una pandilla y mi amigo sí alcanzó a correr, yo no. Me agarraron y me golpearon para quitarme la cartera, traía una esclava de oro y para hacerse de ella me tiraron al suelo, comenzaron a patearme y me empezaron a acuchillar, no me pude defender, me dejaron tirado dándome por muerto”, mencionó. 

Las heridas con arma blanca fueron en el vientre y en la espalda, sentía como su vida se escapaba por cada herida.

Cuando se pudo poner de pie, estaba ensangrentado y débil, pero pensó que tenía una esperanza cuando vio a una patrulla y les pidió ayuda, pero una vez más fue víctima, ahora de racismo. 

Refiere que los policías se pararon frente a él, lo vieron y se fueron después de ver su tez morena. 

De milagro

Pero Dios no lo abandonó y segundos después pasó un paisano quien lo llevó a un hospital donde lo atendieron por la perforación de pulmón. No sabe cuánto tiempo pasó hospitalizado. 

Se recuperó y siguió trabajando: compró un terreno en su comunidad, después mandó construir la casa de sus papás. 

Cuando pudo compró otro predio que repartió entre sus hermanos, para que no batallaran cómo él y ayudó a otros a llegar a los Estados Unidos. 

Hoy se enfrenta a un difícil panorama: sobrevivir en México, pues regresó a ver a sus padres y ya no pudo ingresar a Estados Unidos por falta de Visa y batalla para encontrar trabajo. 

Reconoce que nunca pensó en emprender un negocio, pues su propósito era ayudar a sus padres y hermanos, lo que hizo con gusto, asegura con una enorme sonrisa en su cara. 

Imagen Zacatecas – Lilith Rivera