La piedra negra de catedral; una leyenda macabra

Bajo las cúpulas de la catedral se esconde una historia de horror. |Foto: Imagen
Bajo las cúpulas de la catedral se esconde una historia de horror. |Foto: Imagen

ZACATECAS.- Al bajar por la calle del Ángel hacia plaza de armas, se alza imponente la parte trasera de la  Catedral Basílica de Nuestra Señora de los Zacatecas y justo abajo de una ventana hay una piedra negra que se convirtió en leyenda.  La leyenda dice que dos amigos mineros de nombres Misael y Gerardo … Leer más

ZACATECAS.- Al bajar por la calle del Ángel hacia plaza de armas, se alza imponente la parte trasera de la  Catedral Basílica de Nuestra Señora de los Zacatecas y justo abajo de una ventana hay una piedra negra que se convirtió en leyenda. 

La leyenda dice que dos amigos mineros de nombres Misael y Gerardo llegaron a Vetagrande, cuna de la minería en Zacatecas, buscando una oportunidad para trabajar y salir adelante en la década de los años 1800.

Bajo la campana trasera de catedral se puede ver la piedra aun con las almas. |Foto: Imagen

Ambos comenzaron su exploración en dicha tierra cargada de recursos y riquezas minerales, hasta que hallaron una cueva misteriosa que llamó su atención. Una vez dentro de la cueva, saltó a la vista una roca dorada enorme y brillante, resplandeciente.

Parecía que aquella piedra estaba bañada en oro. Misael y Gerardo no lo dudaron y de inmediato llegaron a un acuerdo: vigilar la piedra toda la noche y sin descanso, sentados alrededor de ella, para llevarla a casa juntos al día siguiente.

La piedra estaba maldita

Pero la noche se hizo larga y más oscura. Misael y Gerardo no pararon de mirarse fijamente, envenenados por la avaricia, visualizando una riqueza tan grande que no querrían compartirla el uno con el otro.

Al día siguiente, los dos jóvenes mineros amanecieron muertos. La piedra comenzó a tornarse negra con el paso del tiempo, como si poseyera a cualquiera que se fijase en ella, tomara su alma y la volviera maligna.

La noticia corrió como pólvora entre los residentes del pueblo, hasta que el obispo de Zacatecas se enteró del mal augurio que traía consigo la piedra, antes dorada, ahora cada vez más negra, que ya se había cobrado varias vidas.

El hombre de Dios se llevó consigo la piedra para evitar que la codicia humana terminará en más muerte. La colocó en la Catedral, debajo del campanario, en la parte trasera del templo. Ahí la piedra se oscureció más y más, hasta quedar completamente negra.