Bonifacio, cuyo nombre deriva del latín “bonus” (bueno) y “fatum” (hado), lo que significa ‘buen destino’, fue conocido como el “Apóstol de Alemania”.
Nacido en Credito, Reino Unido, en el año 680, desde temprana edad mostró interés en la vida monástica, a pesar de la oposición de su familia. Después de lograr su deseo, se formó en estudios teológicos en los monasterios de Exeter y Nutcell, convirtiéndose en profesor de teología a los 30 años.
En el año 715, partió hacia los Países Bajos con la misión de predicar el Evangelio y convertir a los paganos del norte de Europa.
Aunque enfrentó dificultades debido a la guerra en la región, su misión cambió cuando recibió el encargo papal de organizar la Iglesia en Alemania y evangelizar a sus pueblos.
Después de cinco años de predicación, el Papa Gregorio II lo nombró obispo con plenos poderes. Realizó numerosos bautismos y revitalizó la fe en muchos cristianos que la habían perdido. Posteriormente, fue elevado al rango de arzobispo y delegado papal.
El 5 de junio de 754, a la edad de 70 años, San Bonifacio fue asesinado junto con 50 compañeros en Flandes. Sin embargo, dejó un legado duradero para la Alemania cristiana, con la fundación de varios obispados, la formación de discípulos y numerosas conversiones.