
La OMS recomienda que la ingesta de azúcares añadidos se reduzca y no supere el 10% de la ingesta calórica total.
Los niños son los más propensos en desarrollar un gusto fuerte por los alimentos dulces, incluso estudios recientes confirmaron que hay una relación muy cercana entre el crecimiento y los sabores dulces, debido a la alta demanda calórica.
Sin embargo un consumo excesivo de dulces y golosinas pondría en riesgo su salud desarrollando graves enfermedades crónico degenerativas.
“Cuando los marcadores de crecimiento de huesos comienzan a disminuir en la niñez, también se reduce la preferencia que los jóvenes muestran por soluciones altamente azucaradas”, explicó la investigadora Susan Coldwell de la Universidad de Washington.
Coldwell dirigió el estudio que descubrió la necesidad biológica de los niños por consumir alimentos altamente azucarados. Otro factor es que la leche materna tiene un sabor dulce y de manera inconsciente se desarrolla afinidad por ese dulzor.