Hay quienes se tumban hasta 15 gordas

“Pero en realidad, sé que mis gordas están hechas con amor y encima, tratamos con aprecio a nuestros clientes”.

ZACATECAS.- Ahí en la esquina de las avenidas Hidalgo y Juárez, hay un puesto de gordas llamado De la Torre que atiende el matrimonio de doña Esmeralda Rodríguez y su marido.

Justo llegamos a ese punto, cuando un comensal se había comido cinco de esas exquisitas gordas zacatecanas, preparadas con diversos guisos, propios de la entidad. ¡Aunque usted no lo crea!

Doña Esmeralda se levanta y levanta también a su marido, que la acompaña de manera cotidiana en esa exquisita aventura gastronómica a las 4 y media de la mañana para tortear la masa y realizar los rellenos de esos antojos.

La pareja lleva 8 años ahí en ese punto de la ciudad y, desde que uno se coloca frente a ellos, se puede advertir la felicidad y la cortesía por parte de los dos.

Esmeralda prepara a cada amanecer guisados para cada una de las gorditas, como en el caso de chicharrón, alambre, yesca, buche, al pastor, papas con queso, frijol con queso, bisteck, deshebrada y rajas con requesón.

Cuando Esmeralda nos platica cómo prepara cada uno de esos platillos, a los comensales del negocio les brillan los ojos, como en el caso de una joven que le pide salsa chilena para derramarla sobre su gordita.

A un lado del negocio, uno de los clientes pide una coquita bien fría para bajarse las de buche y yesca, que le picaron e hicieron sudar.

La propietaria dijo que De la Torre es un negocio en el que ambos, su marido y ella, comenzaron a trabajar después de que el señor fuera empleado, donde ganaba muy poco, “y como ya no ajustábamos quisimos emprender el negocio de la comida y henos aquí desde 2016”.

A pesar de todos los asegunes, como Covid, crisis inflacionaria o falta de recursos, Esmeralda considera que ellos son exitosos y que de las más de 250 gordas que venden ahí, “la verdad se venden bien, la gente las consume mucho y no falta el tragón que se echa hasta 15 y una coca de un tirón”.

“No todo es bueno, sino que en el año de la pandemia, casi no vendimos nada, me refiero a los años 2020 a 2021 pero en este momento ya nos equilibramos a pesar de todas las adversidades”, dijo.

Los vendedores llegan a ese punto alrededor de las 10 de la mañana, donde colocan su canasto en el que las gorditas se mantienen calientes toda la jornada, casi hasta las 16 horas, cuando han logrado venderlas todas.

“A ni dudarlo, que hay gente a la que le gustan nuestros productos pero, sobre todo, la manera personal en que tratamos a todos”.

Esmeralda dijo que ella y su marido son chambeadores, por lo que quizás han logrado sobrevivir y algo más, “pero en realidad, sé que mis gordas están hechas con amor y encima, tratamos con aprecio a nuestros clientes”.