
Raúl Muñoz Del Cojo.
Encontrar una “zona accesible” en la vía pública es una verdadera odisea, por ejemplo la mayoría de las rampas para acceso, no tienen la inclinación debida.
Hace algunos años la accesibilidad en los hoteles era algo en lo que no se pensaba dónde por requerimientos y normas se debía contar con una habitación habilitada en la que pudiera moverse una persona con silla de ruedas la cual debería tener espacio para que esa persona pudiera moverse de una manera independiente.
Actualmente y gracias a los estándares de la mayoría de las cadenas internacionales, el tema de accesibilidad en nuestro país se ha hecho más común dejándolo ya no como un plus sino como necesidad estratégica que mejore la experiencia de los huéspedes.
En nuestro país en particular el encontrar una “zona accesible” en la vía pública o en un lugar que venda servicios turísticos es una verdadera odisea ya que la mayoría de las rampas para acceso, por ejemplo, no tienen la inclinación debida; para que mencionar en áreas públicas el estado de las banquetas, rampas en las cocheras, escaleras sin facilidades, etc.
Hablando de nuestro estado, la bizarra capital es casi intransitable para peatones con algún tipo de discapacidad. Si usted va con alguien en silla de ruedas por ejemplo, alguno de los problemas con los que se topará inmediatamente es la irregularidad de las banquetas, falta de rampas, un sinfín de escalones y por si fuera poco, la nula empatía de las personas que conducen cualquier vehículo motor.
Pero ¿por qué invertir en accesibilidad? Simplemente porque en la época que vivimos para un 15% de la población mundial es imprescindible y para otro 30% es necesaria ya que incluye a las personas con movilidad reducida, temporal o permanente.
Si hablamos de la prestación de servicios turísticos, la accesibilidad en estos días no solo beneficia a los clientes que lo necesitan ya que instalaciones bien hechas y acondicionadas serán bienvenidas por el 100% de sus usuarios.
Recientemente y como casi siempre nos ponen la muestra de cómo trabajar, en la CDMX acaban de presentar la actualización del Manual de Normas Técnicas bajo una perspectiva de diseño universal y derechos humanos, el cual establece lineamientos mínimos para que tanto espacios públicos y privados (incluyendo hoteles y áreas de hospedaje) sean accesibles, seguros y autónomos para cualquier visitante.
En dicho manual las modificaciones más relevantes van enfocadas a los siguientes puntos:
Los cambios como en todo, buscan erradicar obstáculos para que cualquier persona sin importar su condición puédan disfrutar en su totalidad de los servicios turísticos ofertados por los proveedores.
Si nos enfocamos en la hotelería, los establecimientos que le apuesten a la accesibilidad independiente de cumplir con las regulaciones, lograrán tomar ventaja en temas importantes tales como clientela aún más satisfecha, mejor calificación y reputación, y lo más importante, atraer a viajeros internacionales que tengan este tipo de necesidades.
Cabe mencionar que no solo es adecuar instalaciones, se debe capacitar también al personal de contacto con los clientes para hacer de ellos personas sensibles ante este tipo de personas ya que aunque no lo crea, hasta que no se vive en carne propia con un pariente cercano o amigo con necesidades así, uno no se da cuenta de que debe existir por obligación la accesibilidad en todos lados.
Como se dice popularmente, si no ha empezado, nunca es tarde. Invito por supuesto a los hoteleros, restauranteros, bares, guías de turistas y prestadores de servicios en general a que seamos conscientes de las necesidades de este tipo de personas; la inclusión no solo son rampas; son servicios adecuados, indicaciones y menús en braille y por supuesto mucha tolerancia entre otras cosas. Créame que con tan solo saber o investigar qué se necesita es un buen comienzo. Por lo pronto ¿qué está esperando?
Cambiando drásticamente de tema, me gustaría compartir con usted a manera de homenaje mi experiencia de vivir la Fernandomanía en un partido de béisbol.
Mi afición por el rey de los deportes se la debo a mi padre, el cual desde que estaba pequeño me invitaba a seguir las transmisiones por televisión de los clásicos de otoño. Cabe mencionar que era la época de las antenas parabólicas y el espectáculo comenzaba desde que se buscaba en que satélite y canal del mismo se transmitiría el juego.
Curiosamente el equipo que siempre siguió mi padre fueron los “Dodgers de Los Angeles”, novena que tenía a un excelente lanzador mexicano. Recuerdo lo que le gustaba verlo jugar destacando la fuerza de su brazo y la capacidad de llevar el control a lo largo de todo el partido.
Tuve la oportunidad de estar un año de mi vida en Atlanta, Georgia estudiando inglés en la época de los ochentas, donde pude hacer amistad con un grupo de japoneses muy fanáticos del béisbol. En una ocasión me invitaron a un juego donde no sabía quién era el contrincante del equipo local; fui realmente por la experiencia y porque se comprometieron en llevarme de regreso a donde vivía en aquella época.
Al entrar al estadio me llevé una grata sorpresa, jugaban los “Dodgers” y en el centro del diamante lanzaba Valenzuela. Impresionante la vibra del estadio, de la gente y de los latinos, esa era la Fernandomanía, ejemplo de esfuerzo y lucha para todos.
Descansa en paz “Toro Valenzuela”, gracias por hacerme encontrar el gusto al “beis” junto con mi padre al que pediría lo saludes en el cielo.
Hasta la próxima.