Zacatecas arde, México anota… y Chicharito falla

Zacatecas amaneció con campesinos tomando puntos estratégicos como si estuvieran jugando una liguilla aparte, una donde los árbitros nunca llegan y las reglas cambian cada semana. La diferencia es que aquí no hay repechaje: o el gobierno les responde, o el plantón continúa. A estas alturas, hasta el césped del Estadio Victoria entiende mejor la palabra “resistencia”.
Mientras tanto, la secretaria de Finanzas, Ruth Contreras, se dirige al Congreso del Estado con la serenidad de quien sabe que le preguntarán por todo menos por lo que realmente importa. El presupuesto, como cada año, es un rompecabezas: todos quieren más piezas, pero nadie quiere admitir que faltan partes desde hace muchas administraciones.
Y en medio del caos político, Zacatecas se prepara para lo que realmente une al pueblo: la Feria de Guadalupe, que inicia el 5 de diciembre con Manuel Medrano. Porque sí, el campo puede estar bloqueado y las finanzas tensas, pero la tradición es tradición. Si algo está claro, es que en México podemos estar al borde del colapso… pero nunca cancelaremos una feria.
Al mismo tiempo, en el mundo deportivo, Javier “Chicharito” Hernández vuelve a convertirse en meme nacional tras fallar un penal. No es sorpresa: en un país donde fallan los gobiernos, las estrategias económicas y las promesas de campaña, lo único verdaderamente constante es que Chicharito fallara un penal en el momento más comentado. Un baluarte de la identidad cultural, pues.
Pero no todo es tragedia: México le ganó 89-88 a República Dominicana, demostrando que cuando menos lo esperamos —y sin conferencias matutinas explicándolo— sí podemos ganar algo. Y por si fuera poco, inicia la liguilla de la Liga BBVA MX, esa época del año donde los aficionados recuperan la fe, los técnicos rezan y los memes fluyen más que las inversiones federales.
En suma: Zacatecas protesta, México festeja, Chicharito falla y la política sigue su danza. Todo normal. El país continúa en perfecta sincronía: caos en lo público, emoción en lo deportivo y fiesta en lo social. Un equilibrio tan mexicano que ni el mejor entrenador podría diseñarlo.