Sin devaluación no hay crisis

Luis Enrique Mercado.
Luis Enrique Mercado.

Los mexicanos siempre asociamos las crisis económicas con la devaluación del peso, con las brutales alzas en los precios y con la escasez de los productos básicos. Mientras eso no suceda, lo que pase con el resto de los indicadores no trae la etiqueta de “crisis económica”. La crisis de 1995 se relaciona en la … Leer más

Los mexicanos siempre asociamos las crisis económicas con la devaluación del peso, con las brutales alzas en los precios y con la escasez de los productos básicos. Mientras eso no suceda, lo que pase con el resto de los indicadores no trae la etiqueta de “crisis económica”.

La crisis de 1995 se relaciona en la memoria histórica con el hecho de que el peso dejó de estar en 12.50 por dólar; la de 1982 se recuerda porque el tipo de cambio pasó de 19 pesos en febrero a 170 en diciembre y la de 1995 está en la mente de los mexicanos porque el peso, al que ya se le habían quitado tres ceros, pasó de tres a siete pesos por dólar.

Por eso, ahora que tenemos la más grave crisis económica de la historia reciente, tan grave que hasta el secretario de Hacienda dice que es la peor desde 1932, no se observa una alarma generalizada, ni la popularidad del presidente de la República ha sufrido. Aún hoy, le da su aprobación entre el 45 y el 50% de los mexicanos.

El ancla de esa popularidad es un tipo de cambio que anda entre 21 y 23 pesos y una inflación que, aunque está ligeramente fuera de los parámetros de Banxico, sigue arribita de 3% y no se ven aumentos explosivos en los precios.

La realidad es que, para la mayoría de la población, fenómenos como el desempleo no es un problema grave porque siempre existe el refugio que proporciona la economía informal.

Por ejemplo, la tasa de desempleo abierto pasó de 4.6% en abril a 5.3% en julio; pero en el mismo periodo, la tasa de informalidad laboral pasó de 47.7 a 54.9 por ciento. Es decir, muchos de quienes perdieron su empleo en la formalidad, encontraron uno en el mercado informal.

El hecho de que la inversión esté ahora 11% más abajo que en el mismo mes del año pasado no preocupa sino a los economistas y lo mismo pasa con la caída de las exportaciones.

Por el contrario, miles o millones de mexicanos (la cifra exacta no la sabe ni el gobierno) están recibiendo ayuda, o porque son adultos mayores, estudiantes becados o son ninis que lograron entrar al programa Jóvenes Construyendo el Futuro.

La combinación de estos hechos es lo que provoca que entre la población en general no exista el sentimiento de una crisis económica que los puede llevar a perder su patrimonio. Sí hay dificultades, pero nada que no se pueda enfrentar con un salto a la informalidad.

Este estado de cosas, en las que la popularidad del presidente ha sufrido poco respeto al desastre económico, solo cambiará si el peso se devalúa, cosa que nadie desea, o si la inflación se desboca, lo cual tampoco es deseable.

Pero el peligro existe. Si Pemex primero y la deuda soberana del país después, pierden el grado de inversión, el tipo de cambio se depreciará enormemente; entonces y solo entonces, la sociedad en general dirá que estamos en una grave crisis económica y la popularidad del primer mandatario se desplomará con el tipo de cambio.

* Twitter: @jerezano52




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