Todos a trabajar hoy

Mientras que en el ambiente colectivo de los mexicanos comentamos que septiembre ha sido un mes patrio diferente, raro, inédito, el tema de la viña y los viñadores se hace presente con insistencia en la liturgia dominical. Los temas no caminan paralelos, no se contradicen; más bien, se necesitan, se urgen, pueden trabajar juntos. “Ve … Leer más

Mientras que en el ambiente colectivo de los mexicanos comentamos que septiembre ha sido un mes patrio diferente, raro, inédito, el tema de la viña y los viñadores se hace presente con insistencia en la liturgia dominical. Los temas no caminan paralelos, no se contradicen; más bien, se necesitan, se urgen, pueden trabajar juntos.

“Ve a trabajar hoy en la viña” es reto y envío en cualquier circunstancia. Hoy el campo de la viña en nuestro México está lastimado, adolorido, consternado, desconcertado. El dolor de las pérdidas humanas ocasionadas por la pandemia, la inseguridad por tantas violencias, los ruidos de tantos egoísmos, la incertidumbre del mañana… son un lenguaje difícil de descifrar y digerir. Lo que estamos viviendo después de siete meses de diversas crisis nos hace pensar en la fragilidad del ser humano y la inconsistencia de sus agendas.

Al mismo tiempo, después de unos meses de estar a la intemperie a merced de un desconocido virus se comienza a levantar la mirada hacia el horizonte posible y factible. Salir, levantarse, reconstruir, continuar, volver a empezar… son verbos que indican que podemos volver a caminar. Nos alienta que, cuando hay prójimo en el horizonte, se despiertan y activan las inimaginables posibilidades de la fe en Dios, la solidaridad y la fraternidad. Es nuestra gran riqueza para hacer frente a las tragedias.

“Venga a nosotros tu Reino… Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo…” Cuando la Escritura habla de viña, viñador y viñadores se refiere a la relación de Dios con su pueblo. También a la responsabilidad de quienes han sido invitados a trabajar en la viña, de diversos modos, en diferentes horas (domingo pasado). Dios toma en sus manos la pala y el pico, enlaza sus manos con las nuestras y nos envía a trabajar en equipo. La presencia de Dios y nuestra presencia fraterna nos hacen fuertes, portadores de esperanza, viñadores de la civilización del amor.

Con Dios, como con el padre de la parábola que escuchamos hoy, no basta la buena voluntad, ni las palabras amables pero sin compromiso. Dios quiere que el ‘sí’ sea palabra cumplida, como en el día de la creación cuando la palabra pronunciada creó una nueva realidad. La bondad que Dios quiere y espera de nosotros es la que sale del corazón de las buenas obras.

Para el cristiano decir ‘sí’ y hacer el ‘sí’ es el camino de la reconstrucción a corto, mediano y largo plazo. A los que primeramente han dicho ‘no’ queda abierta la puerta de la conversión. No hay ‘no’ que no pueda pasar al ‘sí’, no hay pecado que no pueda ser perdonado.

“Ve a trabajar hoy en la viña” es invitación, gracia, discernimiento… y múltiples tareas. Dios quiera y seamos contados entre los que hicieron la voluntad del Padre al trabajar por el Reino en las actuales circunstancias… y todos los días. Que lo sembrado en septiembre nazca bien y fructifique en abundancia.

*Obispo de Zacatecas




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