Sucesión en el Tribunal Superior

Es un orgullo saber que el profesionalismo y la honestidad de quienes imparten justicia tienen un alto grado de calificación.

La presidencia del Tribunal Superior es el órgano de representación de uno de los poderes del estado, que es el judicial, con facultades muy importantes que se desglosan en la ley. No es unipersonal, como el ejecutivo; lo eligen sus pares cada cuatro años. Por eso, sobre la presidencia está el pleno de magistraturas, cuyas decisiones debe acatar. En esa colegialidad, es por tanto, primus inter pares, primero entre iguales.

Mañana corresponde al Honorable Pleno de nuestro Tribunal elegir a su presidente o presidenta en sesión pública, de manera que puede haber presencia de medios y ciudadanos.

A la vez que esa decisión es de naturaleza política, también lo es administrativa.

Una decisión de ese tamaño siempre es oportunidad para el Tribunal para demostrar su autonomía e independencia; que no permita la intervención de manos extrañas, sin desconocer la sensibilidad política para el caso.

Al presidente saliente, doctor don Arturo Nahle García, le tocó nadar en un mar por demás adverso, como fue la pandemia, donde demostró su valentía; le imprimió a su presidencia el sello propio que ya la sociedad conocía por su formación política y su actividad en ella: un hombre mediático, que no puede estar quieto, con grandes dotes oratorias y de comunicación, además de ameno. Sería apresurado juzgar su labor, lo que debemos dejar para el tiempo, el único sabio que existe y que se despoja de fobias, pasiones y demás.

La magistrada María Isabel Carrillo y el magistrado Jorge Ovalle, muy queridos amigos, culminan su carrera judicial, siempre caracterizada por su entrega y honestidad. Lo mejor en lo que emprendan.

Es un orgullo saber que el profesionalismo y la honestidad de quienes imparten justicia tienen un alto grado de calificación, según instancias ajenas. Esto, debo decirlo, no es una novedad, pues desde hace muchos años que en las evaluaciones nacionales esa calificación nos dan, lo que desde luego celebro y hago votos porque sea un incentivo para crecer, pues las cosas de la justicia siempre reclaman entrega.

Como es natural, en estos días los comentarios y notas de prensa entran al juego sucesorio, donde danzan nombres de posibles sucesores del Dr. Nahle García.

Seguramente mañana el pleno de magistraturas con plena libertad y madurez elegirá a la mejor persona, mujer u hombre para bien de Zacatecas. Eso se espera.

Y mientras tanto, en las cosas de la justicia constitucional, la novel ministra Lenia Batres, toda lopezobradorista ella, el domingo pasado en las páginas de El Universal, revive el viejo debate sobre que órgano debe ejercer el control de la constitución. Ella está por qué sea un órgano político, con lo que la Corte sería ya no suprema, sino un simple tribunal cuyas decisiones tendría que revisar el órgano político, es decir, ya no un poder al nivel de los otros dos.

Y yo que pensé que eso estaba superado en un estado democrático de derecho, una de cuyas notas características es la división de poderes. Chin!




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