La fe que construye puentes

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

Hemos visto y oído durante los últimos meses que hay colectivos y personajes políticos que tratan de reivindicar y ‘hacer justicia’ sobre sucesos del pasado remoto. Se involucra a personas y pueblos, ideologías y visiones religiosas, modos de leer e interpretar la historia, e intentos de cambiarla a modo. No es raro que cada cierto … Leer más

Hemos visto y oído durante los últimos meses que hay colectivos y personajes políticos que tratan de reivindicar y ‘hacer justicia’ sobre sucesos del pasado remoto. Se involucra a personas y pueblos, ideologías y visiones religiosas, modos de leer e interpretar la historia, e intentos de cambiarla a modo. No es raro que cada cierto tiempo aparezcan este tipo de inquietudes, hagan ruido y… den lugar a otras inquietudes, visiones, ideologías e intereses.

No sé cómo le hubiera ido a Jesús si viviera en nuestro siglo. Mi duda brota de las palabras que dirige a la mujer cananea (no judía): “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. La expresión podría sonar ofensiva, intolerante, despectiva. Quizás Jesús ya hubiera sido denunciado ante alguno de nuestros tribunales por la presunción del delito de misoginia, discriminación, xenofobia y lo que resulte.

¿Procedería la acusación? ¿Seríamos cómplices los cristianos del siglo 21? ¿El Evangelio de Jesús caería en descrédito por no favorecer los derechos humanos de mujeres y extranjeros? No hay duda que son cuestionamientos fuertes que piden una explicación satisfactoria. Poner estas cuestiones en su justa dimensión de tiempo, geografía y otras circunstancias obliga a todos. Urge comprender el contexto de ‘aquel tiempo’ para entender las sensibilidades de ‘este tiempo’.

Detrás del pasaje evangélico que escuchamos hay una larga historia de tensiones entre la religión israelita y la del pueblo cananeo… Cuando la mujer se acerca a Jesús ya hay un camino andado de conflictos y guerras, acercamientos y búsquedas. Entonces acontece algo inimaginable: los discípulos piden a su Maestro que atienda a la mujer. Jesús profundiza en la respuesta que da a los suyos y a la mujer… El encuentro de los dos pueblos se da en la frontera y transforma la relación. Las diferencias entre las personas y los pueblos no deben ser lugares de pleito sino de acogida.

La actitud de la mujer es asombrosamente humilde. Nos recuerda al centurión, al buen samaritano, al publicano. Su respuesta es una gran lección de dignidad: “También los perritos -es decir, los paganos- se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos -es decir, los judíos-”. Jesús, sorprendido, la levanta y le dice: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”. Con este gesto se rompen los muros que dividían a judíos y cananeos. Una vez más, la fe auténtica es capaz de mover cualquier tipo de montañas.

No hay delito que perseguir… La dignidad de las personas que intervienen en el relato es respetada y su defensa y promoción es propuesta como tarea permanente de/para todos. La fe de la mujer construye puentes. Es la fe de los sencillos, los limpios de corazón, los comprometidos. La compasión de Jesús termina por sepultar prejuicios y perdonar historias tóxicas. La fe de la mujer cananea invita a aceptar las sanas diferencias como una oportunidad para construir la paz entre personas, familias y pueblos.

Deseo la bendición a quienes participan en la preparación y el inicio del inédito Curso Escolar 2020-2021. Todos somos aprendices. ¡Ánimo!

Con mi afecto y admiración.

*Obispo de Zacatecas




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