El eterno regreso

Ricardo González.
Ricardo González.

Para leer oyendo ‘Hay que venir al sur’ de Raffaella Carrà. Desde que comenzó este tema tan llevado y tan traído de la pandemia, me trasladé a Jalpa, por lo que he pasado más tiempo con mi mamá y mis tías. Aunque también he podido interactuar más con amigos, familiares y conocidos que hacía tiempo … Leer más

Para leer oyendo ‘Hay que venir al sur’ de Raffaella Carrà.

Desde que comenzó este tema tan llevado y tan traído de la pandemia, me trasladé a Jalpa, por lo que he pasado más tiempo con mi mamá y mis tías.

Aunque también he podido interactuar más con amigos, familiares y conocidos que hacía tiempo no podía verles. Aquí una pequeña lista:

Uno. Nallely, Raúl y Catalina; su hogar está en una de las zonas con mayor producción agrícola de Jalpa. Salir al campo siempre tiene un poder curativo físico y emocional. Tomar un buen café o un trago de mezcal con esos paisajes hace olvidar hasta el más intrincado de nuestros problemas. Nuestras conversaciones viajan desde lo más trivial hasta la comparación de modelos de análisis sociológicos. Esas tardes se prolongan con la presencia de los ingenieros Guillermo y Esther, Memo, Vicky y de Aitana. Chalchisco huele a guayabas, higos y a excelentes momentos.

Dos. Marco y Bertha; pese a las profundas diferencias en nuestro entorno, Marco y yo somos amigos desde primaria, con nuestros altibajos hemos mantenido una excelente amistad. Siempre que algo no funciona me dirijo a su casa para que me ayude a repararlo, aunque siempre termina haciéndolo sólo, a veces le ayudo con alguno. El barrio del Carmen y en especial las cinco esquinas son un cachito de mi hogar. La mayoría de los canales de YouTube a los que estoy suscrito fueron sugerencia de Marco. El refrigerador es el primer lugar que visito dentro de su casa, Bertha se ha encargado de tener un buen número de dulces y golosinas; después me dirijo a la máquina cafetera y asalto su reserva de capuchin sos.

Tres. Martín, Erika, Amanda, doña Jose y Marcos; en casa de Martín se respira y come sobre toros, pocas han sido las corridas que hemos visto juntos en su televisión, pero han sido de los mejores momentos. Sabe de técnica desde la humildad.

Las sobremesas son lo mejor, las bromas entre nosotros, el vino tinto y el exceso de botana. Algunas veces el vino ha hecho sus estragos quedando en nuestros recuerdos; como aquella vez que comenzamos el festejo navideño un poco antes del mediodía en la plaza Arechiga, sin planes previos. Ya en la noche andábamos con menos ganas de faena. Gracias don Ramiro por abrir su casa para mí.

Cuatro. La Güera de la gasolinera, Carmen Ortega; desde antes de entablar amistad con su hijo Roberto, me parecía sorprendente ver a una mujer atendiendo una gasolinera. Ahora con los años y con otras miras académicas veo cómo en realidad lo que ella hizo sí fue trasgresor, porque ponía patas arriba el machismo tan imperante en nuestro pueblo. Platicar con ella te carga de energía positiva.

*Profesor UAZ




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