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Opinión

Pasó el 12 de noviembre… ¿y ahora?

Pasó el 12 de noviembre… ¿y ahora?

Para quienes de veras leen para ellos mismos, y no para la exhibición.

Simitrio Quezada
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13 de noviembre 2025

Si es usted una de las personas que sólo el 12 de noviembre —Día Nacional del Libro— y el 23 de abril —Día Internacional del Libro— difunde una foto donde aparece sosteniendo un grueso volumen, y la acompaña con sesudas reflexiones de que leer es apasionante, que es lo mejor de la vida, que en el fondo usted es entregado lector o entregada lectora, y que cuando regresa de la oficina se refugia en su sillón para continuar la lectura de su obra favorita en turno… entonces por favor deje de leer esto y pásese a los siguientes artículos de opinión. Es en serio. Viva la paz. Con los odiadores que tengo, es más que suficiente.

¿Sigue usted acá? ¿Pasó la prueba del añejo? Bueno: dejemos esas poses ridículas para políticos y aspirantes que insisten en convencernos de que sí se preocupan por los libros, los acervos escolares, la actividad editorial y hasta las bibliotecas públicas; y a la mera hora ni las contemplan en la elaboración de presupuestos, ni en sus visitas en comunidades.

Para quienes de veras leen para ellos mismos, y no para la exhibición (y por eso mismo se quedan en la lectura de esto); para quienes sí quieren querer más a los libros y las lecturas, recordemos que estos afectos no pueden quedar en esa estúpida costumbre de promoción en sólo dos días del año, en abril y noviembre, y eso por mera prescripción social o de mero “quedabién”.

Quienes hemos leído incluso a escondidas de nuestros padres o nuestras parejas, para dejarlos dormir; quienes hemos abierto algún libro incluso a media luz (por eso odié a los choferes de autobuses que me pedían que regresara a mi asiento porque sí encenderían la luz de lectura, y al final puras habas), quienes gastamos hasta lo que no tenemos para comprar el volumen donde vienen las letras que ansiamos… nosotros, los verdaderos enamorados de la lectura, tenemos la certeza de que el libro continuará aquí como muestra de que sabe compendiar muy bien a las mejores mentes de cada generación sobre la tierra.

Desde que surgió en el territorio que ahora ocupa Irak, desde que surgió hace más de 3,200 años antes de la era cristiana, la escritura ha establecido para nosotros no sólo la cultura, sino también la supervivencia, la vivencia, la civilización, la recreación, la imaginación y la utopía (en ese orden).

Toda la experiencia acumulada por una persona en sus 60 ó 70 años de vida, el promedio en aquellas centurias, quedaba afortunadamente “cautiva” en los renglones plasmados por ella o algún biógrafo suyo. De allí pasamos a los registros como reflejos, a los pensamientos como guías de otros, a los ensayos de otras realidades, a la creatividad como mero juego e incluso a la interactividad de quien escribe con quien lee.

Ahora que muchos se preocupan por la eventual desaparición del libro impreso, debido a la amenaza de las ediciones digitales, hay que acotar que, mientras existamos los cursis y fetichistas, los románticos irredentos, el papel con letras tiene asegurado un lugar para nuestros libreros.

Pasó el 12 de noviembre con sus muchos eventos vistosos… ¿Y ahora? Pues no sea usted menso (es decir, limitado): no cierre ese libro que ahora anduvo paseando, no se limite a celebrar al libro y a la lectura hasta que llegue el próximo 23 de abril y sea entonces cuando prosiga con las monsergas tontas de que el libro es maravilloso, el libro es mágico, leer es estupendo y blablablá. Ya celebró al libro ayer, y puede continuar haciéndolo hoy, y mañana, y pasado mañana y —como a la mamá, al papá, al maestro— todos los méndigos días que usted guste… que no queremos a nuestros queridos sólo ese día en que cumplen un año más entre nosotros. ¡Avíspese!

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