¡¡¡ Ni fuerza ni corazón !!!

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

En la democracia ni los triunfos ni las derrotas son para siempre.

En el ámbito político suele decirse que las victorias siempre tienen padre y que las derrotas son huérfanas, porque a las victorias les sobra quién se las apropie, pero en las derrotas todos se hacen desentendidos desviando la atención hacia otros.

Nadie quiere asumir la paternidad, pero aunque no se quiera, aunque duela, deben buscarse las causas para redefinir rumbos, porque recordemos que en la democracia ni los triunfos ni las derrotas son para siempre.

Corresponde ahora a las dirigencias y las militancias de los Partidos de oposición analizar el estrepitoso fracaso de la coalición Fuerza y Corazón por México, que no logró motivar el corazón de las mayorías y en consecuencia no tuvo la fuerza suficiente para atraer la simpatía y la voluntad de los electores.

La primera señal de la inseguridad del triunfo de esta coalición la dieron los dirigentes de los Partidos coaligados, al insertarse en los primeros lugares de la lista de representación proporcional para asegurar sus respectivas curules, pero además en muchas de las candidaturas impusieron a sus amigos y amigas, gente sin arraigo y popularidad, lo que provocó alejamiento y desilusión en las bases, e indiferencia en la sociedad.

Pero tampoco podemos direccionar toda la culpa a los actuales dirigentes, porque todos tenemos algo de responsabilidad y eso, por el bien de la democracia, de nuestros respectivos partidos y de nuestro querido México, es lo que debemos aclarar, asumiendo lo que sucedió.

No podemos soslayar el gran desgaste político de los partidos, principalmente del PRI y el PAN, derivado de los errores, desviaciones, y escándalos de corrupción durante los períodos en que gobernaron, particularmente del PRI, que pese a una gran cantidad de acciones positivas, ha acumulado una percepción muy negativa de la sociedad. Es, digámoslo así, un partido que ya no inspira confianza.

Tampoco podemos desconocer que la coalición incluyó partidos con ideologías muy diferentes, y ello provocó conflictos internos y dificultades para presentar una plataforma coherente. Hubo, de ambos lados, quienes nunca aceptaron esta combinación de propósitos históricamente diferenciados y debemos decirlo, la improvisada unción de Xóchitl, queriéndola vender como candidata ciudadana  sin serlo, y sin apego ni respeto a la militancia de los partidos, a la que despreció cada vez que quiso, y de la cual se desmarcó en varias ocasiones, hizo que la gente se expresara en contra de la coalición.

Xóchitl no fue la líder que México esperaba; no entendió que lo que tenía que hacer era unir, conjuntar, atender, escuchar, proponer, e inspirar la confianza en las militancias de los partidos que la arroparon, y no lo logró. Tuvo la oportunidad histórica para hacerse abanderada de las exigencias sociales y no fue capaz de instrumentar el proyecto de nación que las diversas clases sociales esperaban, teniendo como principios la libertad, la democracia, la justicia, la seguridad, la educación, la salud, la transparencia, la tranquilidad social y sobre todo, la certeza de castigar a los corruptos y a los criminales que han hecho del país una desgracia. ¡¡No tuvo corazón para ello!!

Ni Xóchitl ni la coalición presentaron una oferta clara y contundente que le diera atractivo a la población y ello llevó a los votantes a buscar alternativas más seguras, como lo son los programas sociales tan cacareados por el partido oficial. Los votantes sintieron que la coalición no estaba en sintonía con sus preocupaciones y necesidades reales.

También debemos considerar la puesta en escena de nuevos partidos y movimientos políticos, especialmente de aquellos que se presentaron como alternativas frescas y menos asociadas con la corrupción, con líderes carismáticos y populares lo que llamó más la atención a miles de votantes desencantados, que vieron en la coalición a tres partidos obsoletos y sin nada que ofrecer.

Hizo falta una mejor estrategia en las redes sociales y medios digitales para llegar a los votantes, sobre todo a los jóvenes, que en su mayoría buscan lo nuevo y se alejan de lo añejo, y más si como en el caso, escucharon todos los días de parte del partido oficial y de su principal vocero López Obrador, referirse a la corrupción, la impunidad y el desapego a las causas sociales de las épocas doradas de estos partidos.

La falta de recursos económicos también afectó la estrategia de movilización y organización territorial, pero más allá de de eso, en el fondo la sociedad en su mayoría mostró un rechazo a estos partidos. Este fue un mensaje más, que no debemos soslayar. Duele, ¡¡¡pero así es!!!




Más noticias

Jaime Santoyo Castro
Jaime Santoyo Castro
Jaime Santoyo Castro
Jaime Santoyo Castro
Jaime Santoyo Castro

Contenido Patrocinado