La razón del voto

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

La decisión que los ciudadanos expresen con el voto en esta jornada electoral será la revelación clara de lo que los mexicanos queremos para el futuro de la nación.

Escribo estas líneas en plena jornada electoral, de manera tal que formalmente aún no tenemos resultados de la elección, pero lo que sí es seguro, por cómo se han venido dando los acontecimientos, es que México elige por primera vez a una mujer, lo que simboliza un paso importante hacia la igualdad de género, y la seguridad de que las mujeres pueden aportar diferentes perspectivas y enfoques a la política y a la gobernanza desde ángulos que podrían no haber sido consideradas anteriormente.

La decisión que los ciudadanos expresen con el voto en esta jornada electoral será la revelación clara de lo que los mexicanos queremos para el futuro de la nación. El voto es, sin lugar a dudas, el instrumento más poderoso que tiene el ciudadano para influir en las decisiones públicas de manera pacífica y por eso hay que valorar el sistema democrático que hemos elegido desde hace doscientos años para designar a quienes nos representan en los órganos de gobierno.

Cada voto, independientemente de quien lo emita, tiene el mismo valor. No vale más el voto de un hombre que el de una mujer, o el de un rico que el de un pobre; o el de un joven o un viejo. Tampoco hay diferencia en el valor del voto por la posición social, ni cultural, ni racial. El voto de cada mexicano vale lo mismo y la mayoría de los ciudadanos tienen claro que la relevancia de ir a votar se sustenta no sólo en ir a marcar con una x el nombre del candidato o del partido, sino que en el fondo se trata de definir el rumbo que los mexicanos queremos para nuestra República y desde luego el futuro de nuestros hijos y nietos.

En el voto, el ciudadano envuelve sus sueños, sus esperanzas, sus añoranzas, sus deseos de vivir una vida mejor y hasta sus reclamos e insatisfacciones. Ahí dentro van sus aspiraciones por ver a su familia y a su comunidad unida, feliz y activa. De igual manera van concentrados los ímpetus ciudadanos por construir una convivencia social armónica y pacífica sustentada en el trabajo, en el estudio, en la producción, en el desarrollo de la capacidad creadora para impulsar su propio crecimiento, en pos de un destino de grandeza que reduzca las brechas y desigualdades, que camine dentro de una línea de valores orientada a resaltar lo mejor de la condición humana y desheche, persiga y castigue las conductas antisociales e irresponsables.

Esta sociedad en la que soñamos los ciudadanos se encuentra dentro del voto, y en tal virtud quienes resulten electos deben escudriñarlo, analizarlo, entenderlo, y no ver el resultado de la expresión mayoritaria, como lo hacen muchos, de manera frívola como un triunfo personal o de grupo o de partido. Hay que ver el resultado desde una óptica más profunda, entendiendo que la mayoría le ha dado un mandato imperativo, una encomienda, un compromiso y que ello implica una gran responsabilidad. Ese es el sentido de la democracia y por consiguiente, ¡¡esa es la razón del voto!!

Quien se hace del poder debe ejercerlo en favor de toda la población, sin olvidar que representa el gobierno del pueblo para el pueblo, y en esa virtud se obliga a conducir su actividad de manera respetable y respetuosa, honesta y transparente, en un ámbito de comunicación y diálogo permanente orientado a propiciar y cristalizar el viejo anhelo de que pueblo y gobierno marchen juntos en el mismo sentido.

En este proceso hemos sido testigos de las exigencias, peticiones, propuestas, sugerencias, ideas, reclamos y hasta ruegos que los ciudadanos le han planteado a los aspirantes y también de los compromisos que éstos han hecho ante la población con tal de obtener la confianza y en consecuencia el voto. Por eso quienes han resultado favorecidos por la voluntad popular; reitero, deben hacer un recuento, y no soslayar que la gente votó en su favor por la confianza que supo transmitir, de ahí que están obligados a planear bien sus actividades para no incurrir en un abuso de la confianza que los electores le han depositado.

Por lo pronto, lo más urgente será enfocar su atención en realizar todos los esfuerzos y actividades necesarias para restañar heridas, zanjar las diferencias, los desencuentros, las malas vibras, las divisiones y unir. Ya no hay motivos para enfrentarnos. ¡¡¡Unidos logramos más!!!




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