¿Se puede querer más a un perro que a un ser humano?

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Un estudio realizado por un equipo de sociólogos y antropólogos de la Universidad Northeastern y la Universidad de Colorado que me ha llamado la atención. Este estudio quería revelar la especial relación que muchos humanos tenemos con los perros, ahondando así en el vínculo que entre dos especies tan diferentes. Parece evidente que tendemos a empatizar … Leer más

Un estudio realizado por un equipo de sociólogos y antropólogos de la Universidad Northeastern y la Universidad de Colorado que me ha llamado la atención. Este estudio quería revelar la especial relación que muchos humanos tenemos con los perros, ahondando así en el vínculo que entre dos especies tan diferentes.

Parece evidente que tendemos a empatizar más con aquellas personas que conocemos bien: nuestras amistades, los miembros de la familia y, en general, la gente que vamos viendo de tanto en tanto desde hace muchos años.

Desde una perspectiva evolucionista tiene sentido que esto sea así, porque preocuparse por los miembros más cercanos de nuestra comunidad es una manera de hacer aumentar las probabilidades de que gran parte de nuestros genes, que se encuentran también en las personas con un linaje cercano al nuestro.

Este esquema del funcionamiento social propio de todos los seres humanos puede parecer robusto, pero está lejos de explicarlo todo. ¿Qué pasa, por ejemplo, cuando hay miembros de nuestra comunidad que ni siquiera son de nuestra especie? ¿Puede resultar normal que seamos capaces de sentir más empatía por un animal no humano que por una persona?

La empatía no entiende de especies, algunos seres humanos muestran un mayor grado de empatía hacia los perros que hacia otros humanos adultos. Seguramente conoces a familiares o amigos que empatizan más con sus mascotas, ya sean perros, gatos u otro tipo de animales, que con otros humanos.

O quizás tú mismo te sientas mejor rodeado de tus mascotas que cuando estás con otras personas. Esto ya no nos sorprende a día de hoy con los modos de vida que llevamos. Los autores del estudio apreciaron que los seres humanos tienden a preocuparse más por el sufrimiento de los animales que por el dolor que sientan otros humanos. Esto solo cambia si el que sufre es un niño.

Cuando la gente en un gran pueblo o ciudad se siente sola, esto no significa que carezca de compañeros humanos, sino que carezca de afecto humano. Como resultado de esto, su salud mental finalmente se vuelve muy pobre. Por otro lado, aquellas personas que crecen en una atmósfera de afecto humano tienen un desarrollo mucho más positivo y suave de sus cuerpos, sus mentes y su comportamiento.

El ser humano por dignidad, es el “primus inter pares”




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