El dolor

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Es la conciencia del sufrimiento lo que genera la energía de la sabiduría.

Las situaciones de dolor, sufrimiento, muerte y demás, cuesta aceptarlas. La realidad del sufrimiento también significa imperfección, no permanencia, vacío, insubstancialidad. la constatación de la existencia del sufrimiento y de que todos los seres están ligados a el dolor. Nuestra tendencia, en general, es negar el sufrimiento, nos sentimos “traicionados” por el destino cuando tenemos que lidiar con las separaciones, con la enfermedad, con la muerte o aún con el envejecimiento. Encaramos estos procesos con indignación, esto es, ¡como si no fuese justo ni correcto sufrir! En tanto, si no hubiese sufrimiento, no sería preciso buscar la sabiduría. Ella no sería necesaria, y, por lo tanto, raramente sería alcanzada.

Es la conciencia del sufrimiento que genera la energía de la sabiduría, no el sufrimiento en sí mismo. Sufrir sin sabiduría es acumular más confusión y dolor. El dolor, en sí, no purifica nada. Por eso, el dicho: “con el tiempo pasa” no es verdadero para quien sufre de un dolor no comprendido. Para liberarnos del sufrimiento tenemos, también, que despertar el deseo profundo de desapegarnos de él. Aceptar que el dolor es inherente y vivir nuestras vidas a partir de esa comprensión es crear la causa y condiciones para la felicidad. Hay 3 tipos de sufrimiento:

Existen dos formas de sufrimiento ordinario: el sufrimiento intrínseco a la vida consiente y el sufrimiento causado por las tentativas de evitarlo y huir de él. El sufrimiento intrínseco a la vida consiente es explícito en la tristeza: una sensación de vacío decurrente de la falta de un sentido para la vida. El sufrimiento ordinario es propio de la vida humana: todas las formas de sufrimiento físico y mental relacionadas al nacimiento, al envejecimiento, a la enfermedad y a la muerte, así como estar ligado a lo que se detesta, estar separado de lo que se ama y no realizar lo que se desea.

El sufrimiento producido por cambios es explicito en la búsqueda de placeres y de estados de alegría transitorios, que llevan a más sufrimiento por su naturaleza provisoria e inconsistente. Ese tipo de sufrimiento también ocurre cuando rehusamos admitir la naturaleza impermanente de la vida. A pesar de que intelectualmente sabemos que todo cambia constantemente y de modo imprevisible, emocionalmente luchamos para aceptar esta verdad. Al hacernos eso, nos sentimos inseguros, nada nos parece confiable y todo se torna insatisfactorio para nosotros. La realidad externa es, por naturaleza, incierta, por lo tanto, no podemos tener garantías con relación a ella. La persona insegura es justamente aquella que busca controlar la realidad externa. La persona segura es aquella que acepta su inseguridad.

Nos tornamos víctimas del sufrimiento cuando no lo aceptamos y lidiamos con él como si él estuviese fuera de nosotros, proyectando, así, la causa de nuestro dolor en los otros. Acoger nuestro sufrimiento es el único modo de salir del resentimiento y de las proyecciones. Cuando hacemos eso, nos sentimos más tranquilos y seguros.

¡Ánimo ¡No es fácil sufrir, pero ¿para que sirve la vida, si no es para darla? Mi afecto y solidaridad a todas las personas que sufren.

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