Escuchar, atender, acompañar

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

A estas alturas de la evolución de la pandemia –con sus picos, bajadas y planicies- podemos visualizar cuál y cómo ha sido la presencia de pastores/dirigentes/autoridades y ovejas/ciudadanos/fieles en la escucha, atención y acompañamiento en sus complejas crisis, demandas y necesidades. Cada una de las comunidades y personas sabe lo que ha vivido, sufrido y … Leer más

A estas alturas de la evolución de la pandemia –con sus picos, bajadas y planicies- podemos visualizar cuál y cómo ha sido la presencia de pastores/dirigentes/autoridades y ovejas/ciudadanos/fieles en la escucha, atención y acompañamiento en sus complejas crisis, demandas y necesidades. Cada una de las comunidades y personas sabe lo que ha vivido, sufrido y aportado. Ha sido un enorme desafío para quienes estábamos acostumbrados a otra forma de ser Iglesia y estar en el mundo.

La Pascua toca un tema que hace cosquillas y cuestiona a pastores y ovejas, dirigentes y pueblo. Las lecturas bíblicas que proclamamos y escuchamos nos ayudan a mirar al Señor Jesús, el Buen Pastor por excelencia. Hacerlo nos puede ayudar a encontrar la respuesta que nos haga avanzar en la misión que el Señor nos ha confiado.

El Resucitado sale a nuestro encuentro y afirma contundentemente: “Yo soy el Buen Pastor”. Lo puede afirmar porque primero ha escuchado y obedecido la voluntad de su Padre. No se da el título nada más porque sí. La forma de ejercer su pastoreo es ir delante de todos en el amor/entrega/ofrenda de la propia vida. Ésta es una invitación a evaluar nuestra forma de ser ovejas y pastores, pastores y ovejas.

Hemos aceptado con especial sonrisa las palabras del Papa Francisco cuando nos dice que los pastores deben ‘oler a oveja’. Su significado de cercanía, interés, atención y entrega de los pastores hacia las ovejas, es obvio. Se puede añadir -sin temor a desvirtuar su intención- que las ‘ovejas también deben oler a su pastor’. ¿Cómo la ven? ¿Se completa el círculo del olfato? No hay duda que las ovejas huelen a su pastor cuando son escuchadas, consoladas, atendidas, acompañadas y guiadas por ellos. Sin evadir la responsabilidad, ser buen pastor y buena oveja también aplica a todas las personas que tienen el servicio de guía en la familia, la escuela, la comunidad, la sociedad.

Todos, sin distinción, somos pastores y/u ovejas en algún momento de nuestra vida. Cuando nos corresponda guiar no debemos olvidar el perfil del buen pastor; cuando tengamos que ser ovejas estamos llamados a distinguir entre los verdaderos pastores y los que sólo quieren vivir a costa de las ovejas. Aplica también a quienes aspiran y hacen campaña para acceder a un servicio público. No olvidemos que la fe en el Resucitado se vive en el tiempo, por tanto, también en tiempos político-electorales.

La Iglesia nos invita este domingo – y todos los días- a orar por las vocaciones. Aunque la oración es mandato divino, de poco sirve si no va acompañada de disponibilidad generosa para ser buenos pastores y buenas ovejas en todas las etapas y circunstancias de la vida. Oremos y actuemos. Oremos y participemos. Oremos y asumamos con alegría la misión que el Señor nos ha encomendado en la vida.

Oren por este aprendiz de pastor que hoy cumple catorce años de haber sido ordenado obispo. Que el único Buen Pastor nos abrace con la guía de su bastón amoroso.




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