Leña al fuego
Los expertos señalan que en 2023, la exposición al calor puso en riesgo la actividad física al aire libre.
Lluvias torrenciales, calor, sequías: el calentamiento global tiene múltiples impactos en la salud humana, que el panel de The Lancet Countdown, formado por 122 expertos de 57 instituciones académicas, en colaboración con agencias de la ONU, ha estado documentando durante nueve años. El informe anual 2024, publicado antier, 30 de octubre, en la prestigiada revista médica The Lancet, advierte del aumento de los riesgos para la salud relacionados con el cambio climático.
Entre los aproximadamente sesenta indicadores seleccionados, el más inquietante y revelador es el aumento de la cifra de mortalidad relacionada con el calor, especialmente entre las poblaciones de mayor edad y entre los niños pequeños, las personas con enfermedades crónicas y las poblaciones urbanas precarias, que se encuentran entre las más expuestas a las inclemencias de la temperatura. Según el informe, el número de personas mayores de 65 años que murieron debido a las altas temperaturas en 2023 aumentó un 167% en comparación con la década de 1990, 102 puntos porcentuales más que el 65% esperado en ausencia de aumento de la temperatura, es decir, el relacionado únicamente con el envejecimiento de la población mundial.
Pero estas pérdidas nefastas no solo afectan a los más vulnerables. Los expertos señalan que en 2023, la exposición al calor puso en riesgo la actividad física al aire libre, ya que los humanos en todo el mundo estuvimos expuestos a estrés por calor durante un 27.7% más de horas que la media de la década de 1990. Este estrés continúa por la noche; en 2023 se produjo una pérdida récord del 6% de las horas de sueño en comparación con la media del periodo anterior a 2005.
También, el aumento de las temperaturas ha provocado una pérdida récord de 512.000 millones de horas de trabajo potenciales en 2023, y la gran mayoría de estas pérdidas se han producido en el sector agrícola“. Esto dio lugar a una pérdida potencial de ingresos de 835 mil millones de dólares, y los países con un bajo índice de desarrollo humano fueron los más afectados por este daño (perdieron el 7,6% de su PIB).
Las lluvias extremas causadas por el cambio climático se suman a este escenario amenazante. Más del 60% de la superficie terrestre habría registrado un aumento en el número de días de lluvias muy intensas entre el período comprendido entre 1961 y 1990 y el comprendido entre 2014 y 2024. Al mismo tiempo, el 48% de estos territorios se vieron afectados por al menos un mes de sequía extrema en 2023. América y África se ven particularmente afectadas.
Estos elementos amenazan la seguridad alimentaria y la inseguridad hídrica aumentarán el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas y comprometen la productividad agrícola. Esto se debe a que los cambios en los patrones de lluvias y el aumento de las temperaturas favorecen a los arbovirus, el dengue, el virus del Nilo Occidental o el virus del Zika, todos transmitidos por mosquitos. Según el informe, el riesgo anual de transmisión del dengue ha aumentado hasta en un 46% desde 1950 a la fecha. También, para 2023, la extensión de costas con aguas propicias para la transmisión de cólera e infecciones cutáneas relacionadas aumentó un 14% en comparación con el récord anterior de 2018. Y el aumento de las tormentas de arena y polvo favorecidas por las condiciones climáticas más cálidas, que aumentan en más de 30% el número de personas expuestas en el orbe a concentraciones peligrosamente altas de partículas finas.
Lo más preocupante no son estos impactos récord, sino sobre todo el hecho de que, a pesar del conocimiento de estas amenazas sanitarias, los gobiernos y las empresas siguen echando leña al fuego. En el 27% de los países gastó el equivalente al presupuesto de salud en subsidios a los combustibles fósiles y en más de la mitad de los países estudiados en este informe los subsidios a los combustibles fósiles representaron el equivalente a más del 10% de todo el gasto nacional en salud. Está claro que los médicos hemos sido demasiado lentos para argumentar que la crisis climática es una crisis de salud.
Sin embargo, la razón por la que este resultado es tan importante es que nos muestra el enorme potencial de eliminar gradualmente el carbón para mejorar la salud y reducir la carga de la contaminación del aire y esta toma de conciencia ya ha dado lugar a otros resultados alentadores. Si bien México ha perdido el paso en el cuidado del ambiente y en el cumplimiento de sus compromisos internacionales al respecto, la adopción de energías limpias y renovables sigue una tendencia positiva en el mundo. La proporción de electricidad generada a partir de energías renovables limpias alcanzó un máximo histórico del 10.5% en 2021, casi el doble que en 2016. Además, la contaminación atmosférica por combustibles fósiles ha disminuido un 6.9% desde 2016. Casi el 60% de esta disminución se debe a los esfuerzos para reducir la contaminación por la combustión de carbón.