¿De dónde salió tanto lodo?

Hoy en la Opinión de Jaime Santoyo Castro.
Hoy en la Opinión de Jaime Santoyo Castro.

Esta es una pregunta que se hicieron los brasileños cuando, después de una acuciosa investigación, afloró la red de corrupción que representó la empresa Odebrecht, que realizó cohechos de dinero y sobornos, a presidentes, expresidentes y funcionarios del gobierno de 12 países: Angola, Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Perú, República Dominicana … Leer más

Esta es una pregunta que se hicieron los brasileños cuando, después de una acuciosa investigación, afloró la red de corrupción que representó la empresa Odebrecht, que realizó cohechos de dinero y sobornos, a presidentes, expresidentes y funcionarios del gobierno de 12 países: Angola, Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela, durante los últimos 20 años, para obtener beneficios en contrataciones públicas, a través de un denominado “Departamento de Operaciones Estratégicas.”

Nadie imaginaba que una empresa acumulara tanto poder político y económico basado en el cohecho, que implicó no sólo a funcionarios públicos de diversos países, sino a Partidos Políticos y candidatos, a quienes les financió sus campañas, a cambio de seguir dominando el mercado inmobiliario, de la construcción, de suministros, del petróleo, etc.

Como si fuera un enorme volcán en erupción, Odebrecht, con su impulso corruptor, emitió lodo en lugar de lava y cubrió prácticamente todas las áreas estratégicas de los organigramas de diversos países como el rey midas, y destruyó todo lo que tocó.

En México, se percibía la existencia de actos de corrupción en los gobiernos, simulada, oculta, discreta, hipócrita, pero hasta cierto punto medida.

Sin embargo, de algunos años para acá, emergió como un titán; creció y se dejó ver, enorme, sin rubor, sin límites, e impulsó el arribo al poder de una camada de gente sin escrúpulos y carentes de experiencia para gobernar, pero con una insaciable hambre de poder y de dinero, que arrasó y sigue arrasando con las instituciones y sus presupuestos.

Hoy no hay confianza en el gobierno, ni en los partidos políticos y menos aún en los políticos. Nuestro país se encuentra en un callejón sin salida, con mucha pobreza, muchas necesidades, volando sin plan de vuelo en un avión, que no tiene un mando firme y lo mismo gira para un lado que para otro, generando confusión, caos, y aún todavía no, pero se está generando, como en los aviones en problemas, pánico colectivo.

¿Habrá solución? Creo que sí. Hoy parece que se vislumbra una luz que nos guía hacia el combate a la corrupción, al enterarnos de la detención de Emilio Lozoya, quien presuntamente fué partícipe de las actividades corruptoras de Odebrecht, entre otras cosas, pero todos sabemos que no fue solo él; si caen todos, y dejamos de juguetear con el avión, renacerá la confianza de los mexicanos.




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