De los zapatos al corazón de don Goyo

Foto: Carlos Montoya.
Foto: Carlos Montoya.

Por una travesura, don Gregorio Amaro Aparicio fue a parar a un taller de calzado cuando tenía 10 años y nunca imaginó que cinco décadas después seguiría totalmente entregado al oficio de zapatero.

ZACATECAS.- Por una travesura, don Gregorio Amaro Aparicio fue a parar a un taller de calzado cuando tenía 10 años y nunca imaginó que cinco décadas después seguiría totalmente entregado al oficio de zapatero.

Don Goyo es originario de Zacatecas, aunque los primeros 10 años de su vida los pasó en la Ciudad de México para probar suerte.

Foto: Carlos Montoya.

Bajo el cuidado de su madre, como todo niño, Gregorio hacia travesuras, hasta que un día lo castigaron llevándolo a un taller de reparación de calzado para barrerlo y limpiar los zapatos; ese día su vida iba a cambiar.

Las manos que dan vida a los zapatos

Desde entonces, medio siglo después, don Goyo continúa arreglando cualquier tipo de calzado, por ejemplo a los tacones les pone tapas nuevas, lo mismo hace con las suelas de los tenis y a los zapatos que si están rotos les devuelve la vida.

A las mochilas les arregla los sierres, revive a las chamarras de piel dándoles color otra vez, igual pasa con las maletas, de lo que se trata es darle una segunda oportunidad a las cosas y para eso don Goyo se pinta solo.

El oficio, lo aprendió en la Ciudad de México donde estuvo 8 años trabajando, hasta que sus padres decidieron regresar a Zacatecas, y a la semana, halló trabajo en la Comercial Agrícola de la calle Arroyo de la Plata, pues ahí había un taller de reparación de zapatos.

Foto: Carlos Montoya.

Tres años después, el joven Gregorio, con apenas 21 años de edad, decidió invertir sus ahorros para independizarse y poner su propio taller.

Su negocio se vio materializado en la calle Primero de Mayo del Centro Histórico de Zacatecas, donde permaneció por más de dos décadas en una de las cuatro esquinas, subiendo la escalinata desde Tacuba

Me salí de ahí porque el local ya se estaba cayendo, había veces que estaba trabajando y caían piedritas, ahí fue cuando tomé la decisión de salirme”, comentó don Gregorio, asegurando que las vigas de madera que sostenían los techos ya estaban apolilladas.

Un nuevo hogar llamado Rayo

Con una familia que mantener, don Goyo anduvo por varios lugares de Zacatecas y Guadalupe en el oficio, hasta que otra vez puso su taller al que bautizó como “Rayo”, porque así se llamaba el lugar donde laboró en la Ciudad de México.

Lo instaló en la avenida Ferrocarril, frente al cruce de vías de la colonia Francisco E. García donde tiene ya 15 años ofreciendo el servicio, consolidándose entre el gusto de sus vecinos y personas de otros lugares que acuden a él por la calidad que hay en su trabajo.

De mi trabajo me gusta todo, la gente me pregunta que si no me aburro haciendo lo mismo diario, pero les digo que no porque si no haces algo con gusto se vuelve tedioso y yo hago con mucho gusto mi trabajo”, comentó don Gregorio.
Agregó que “en este oficio no te enriqueces, más bien sobrevives, pero es bonito y es lo que sé hacer porque para la escuela fui malo”, expresó.

El taller, lo abre de lunes a viernes de 10:00 de la mañana a 3:30 de la tarde y de 5:00 a 8:30 de la noche, donde el buen trato está garantizado y la calidad es lo principal.

Foto: Carlos Montoya.



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