Mi delito…Estar secuestrado

Historias de Lobos.
Historias de Lobos.

Un hombre de 65 años sufrió un calvario al ser secuestrado

El secuestro es uno de los delitos que mayor repercusión social tiene. El miedo generalizado, la desesperanza, la sensación de impotencia frente a lo que acontece y la tendencia a aceptar pasivamente lo que sucede a nuestro alrededor, son efectos psicológicos de la vivencia constante del secuestro que sugieren la presencia de un trauma psicosocial (Navia y Ossa, 2000);

Esta es la historia de una persona que vivió esta terrible situación y quiso ser leída como una forma de desahogarse y, que la sociedad conozca su inmenso calvario y el dolor de su familia durante ese tiempo que estuvo privada de su libertad.

 

Quién es

Yo soy una persona de trabajo, nunca le hecho mal a nadie fui bendecido con un trabajo honrado que me ha dado lo suficiente para vivir al día. Uno se va haciendo de algunos bienes con mucho sacrificio. Tengo 65 años, padezco diabetes y presión alta, esas enfermedades son a consecuencia de eso que me hicieron. Mi familia también es gente de trabajo, provenimos de gente humilde, que ha tenido que irse al otro lado para sacar adelante a los hijos. Ahora ya no dan ganas de regresar a la tierra que lo vio a uno nacer.

 

Su historia

Nunca me imaginé que ese día sería el más terrible de mi vida. Ni siquiera me imaginaba que alguien pudiera secuestrarme. Acababa de regresar del otro lado de visitar a mis hijos. Vine a ver al doctor, porque allá me detectaron unas piedras en los riñones, pero allá los doctores son muy caros. Vine a que me dieran el tratamiento o me los operaran. Solo estábamos mi esposa y yo. Yo andaba viendo lo que hacía falta en el rancho para traerlo de una vez de Zacatecas. Era temprano como las diez de la mañana. Yo escuché que venían trocas muy rápido, pero no me imaginé nada. Se pararon. Yo andaba en el corral, iba a salir a ver quién era, pero ni tiempo tuve. Eran varios, pero dos se me acercaron, y me dijeron te subes o te subimos. Yo les dije que qué querían y me dieron un golpe en la cara. Me tumbaron y me agarraron de las piernas y de las manos, y me echaron a la camioneta como si fuera un animal. Se subieron ellos también y me dijeron que no me moviera ni hablara o ahí mismo me partían mi madre. 

 

El trayecto

Yo sentí que salimos del rancho porque primero se sentía el camino de la terracería y luego ya se sintió liso de la carretera. Me taparon la cabeza con una garra que parecía una chamarra y me dieron una patada en la espalda. Me dijeron cállate viejo o te carga la chiflada. Nomás hablaban puras groserías. No sé cuánto rato pasaría, yo le calculo que como una hora. Iban diciendo que por mi cabeza pedirían dos millones. Yo pensaba que de donde los iría a sacar, pensaba que iría a hacer mi familia. También pensaba que mejor me mataran pero que no le hicieran nada a ellos. Llegamos a una casa, y ahí me bajaron

 

Había más personas.

En esa casa, me metieron a puros aventones, me caí en una escalera porque no la vi. La garra no me la habían quitado de la cabeza. Cuando entre escuche como que una mujer lloraba y le decían que se callara. En eso me caí y me dijeron: levántate o te meto un plomazo. Subí las escaleras y me aventaron en un cuarto. Ahí tenían a otros dos señores y a una mujer, estaban sentados en el piso. No había nada de muebles en ese cuarto, nomás estaban unas cobijas en el piso. Me dijeron que me esperara que al rato venían por mi. Pasó como una hora, ninguno de los que estábamos ahí hablaba nada. 

 

Llegaron por mi.

Regresaron por mí y me llevaron a otro cuarto. Ahí estaban otros dos de los mismos que me llevaron. Me preguntaron qué en cuál banco tenía el dinero, que cuales eran mis propiedades, que en donde trabajaban mis hijos y me amenazaron de que si no les decía la verdad le mocharían la cabeza a mi vieja. Yo les dije que no tenía dinero en el banco y eso los hizo enojar mucho porque me dijeron que estaba pendejo y que si los creía estúpidos. Me pegaron en la cara y el que me preguntó me dijo que si no le decía me iba a quemar los testículos con un cable. Le dije que le decía la verdad que no tenía dinero. Entonces me dieron un papel y me dijeron que les anotara todos los nombres de los familiares y amigos que tuvieran dinero para `pagarles. Ellos me dijeron que si no sacaba dos millones del banco y se los daba, me arrancarían el cuero y se lo iban a echar a los perros. Yo tenía mucho miedo, porque nomás pensaba en mi esposa. Me gritaban y me amenazaban con la pistola. Me oriné en los pantalones y me golpearon me dijeron pinche viejo atascado, ora si te vas a quedar sin testículos y me pasaban un cuchillo. Me pidieron el número de teléfono, porque yo no cargo celular y me dijeron que en el papel se los anotara. Les di el número de mi hijo de Estados Unidos, yo pensé que no le iban a saber marcar, porque me dijeron que ese número de donde era y que no los quisiera engañar. 

 

Mi esposa ya les había hablado

Ellos no sabían que mi esposa estaba en la casa y que se había dado cuenta de que me levantaron. Mi esposa ya le había hablado a mis hijos. Para esto me dijeron que más me valía que no les estuviera mintiendo, porque me mataban y me desaparecían en ese mismo momento y nunca sabrían de mi. Agarraron una tabla de cimbra y me pegaron en el lomo. Y entre dos me aventaron de nuevo al otro cuarto. 

 

No sabía que pasaría

No nos daban de comer, ni agua nos daban, eran puros hombres yo creo que como cuatro. Ya cuando estaba en el cuarto me amarraron con cinta gris las manos y los pies y ahí me tenía aventado en el piso. Me arrimaron una cobija y así duré tres días, Nomás entraban por uno o por otro. Pero a mí ya no me hicieron nada en tres días. Nomás me levantaron una vez para ir al baño. Yo me sentía muy mal, me sentía enfermo. En eso que yo deseaba mejor morirme, llegaron por mí. Me levantaron y me bajaron a puros golpes, me pegaron en la cara y en el cuerpo me dieron con una tabla. Me dijeron que para que se me quitara lo mentiroso. Que porque mi hijo les había dicho que teníamos el dinero en el banco y que no lo podíamos sacar así de momento.  Mi hijo que iba a saber. Me pusieron una madriza, yo sentí que me moría. Luego me dijeron que le hablara a algún amigo para que pagara los dos millones. Me dijeron que les diera el número, pero yo pensaba ¿a quién? También pensaba ¿y si también lo metían aquí? Luego ya no sabía ni que pensar. Me volvieron a echar al cuarto. Me empecé a poner bien malo, me daban escalofríos y tenía fiebre. Me dolía la garganta, fueron a traerme unos mejorales porque decían que si me moría no les daban nada. Deje de ver a uno de los otros señores. No sé si lo mataron o qué, pero él decía que no tenían dinero, porque se lo habían gastado en un trasplante de riñón de uno de sus hijos. La señora estaba muy mal. 

 

Consiguieron el dinero

Cuando me decían de los teléfonos yo les dije que no me acordaba que nomás me acordaba del teléfono de mi hijo, que me dejaran hablar con él para decirle cómo le hiciera para el dinero.

Cuando me llevaron los mejorales, yo le dije al que me los dio que, si tenía padre, me dijo que sí, ese no se veía tan maldito, yo le dije que si lo quería y me dijo que sí. Yo le dije que ojalá nunca le hicieran eso a sus padres y nomás me dijo que me callará. Más tarde me llevo de comer unos tacos y una soda. Le dije que les diera a los otros que se le iban a morir y que no sacarían nada de dinero. Se me ocurrió decirle que le dijera a mi hijo que le hablara al compadre de Dallas. Así lo hicieron y el compadre sí nos consiguió el dinero. Pero nada más consiguió 20 mil dólares. Con eso se conformaron. 

Me da miedo que se escriba esto. Pero me gustaría que se leyera que lo que pasa es real, que si esos andan haciendo todas sus cosas es porque los han dejado libres, porque no le tienen miedo a nada y porque a muchos de los policías los tienen comprados. Yo ya no voy a regresar para allá, ya vendí todo lo que pude, malbaraté todo para pagar lo que nos prestó mi compadre. Allá ya no se puede vivir tranquilo.

Me soltaron a los siete días, yo no sé si fue suerte, o Dios me ayudó, no los odio. Me soltaron en medio del monte descalzo en la madrugada. Se les pagó por mi vida.




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