Mi delito… Ser papá

Ivonne Nava García
Ivonne Nava García

Hoy en día, la sanción derivada de leyes que combaten la violencia familiar y violencia de género, en algunos casos muy concretos generan otro tipo de violencia, la que padecen muchos padres alejados de sus hijos por denuncias falsas que interponen las exparejas en su contra “para darles en donde más les duele”: los hijos. … Leer más

Hoy en día, la sanción derivada de leyes que combaten la violencia familiar y violencia de género, en algunos casos muy concretos generan otro tipo de violencia, la que padecen muchos padres alejados de sus hijos por denuncias falsas que interponen las exparejas en su contra “para darles en donde más les duele”: los hijos. Esta “amputación” de su paternidad los lleva a padecer verdaderos calvarios para poder ver a sus hijos, muchas veces sin éxito.
Esta es la historia de un hombre acusado falsamente por su “ex” y calumniado con toda su familia como un “mal padre”. Esta situación lo mantiene desesperado por ver a su pequeña hija. Viajando incluso más de 500 kilómetros para poder convivir con ella sin éxito.

Nostalgia
Tiene los ojos más hermosos que he visto ¿qué puedo decir de ella, si es mi hija? Su madre y yo nos separamos cuando la niña tenía 5 años, hoy ya tiene 12. Nos separamos porque yo tenía un trabajo que me quitaba mucho tiempo, era agente de ventas de lubricantes y mi zona era todo el bajío. Salía constantemente y eso a mí “ex” la hacía enloquecer de celos. Juro que nunca le falté al respeto ni nada.
Yo solo quería un futuro mejor para ellas. Si no es así, cómo puede ganar uno lo suficiente para tener un patrimonio y yo quería hacerme distribuidor para poder establecerme. Esa oportunidad llegó, sin embargo debíamos mudarnos a Guanajuato.
A mi “ex” le pareció buena idea porque podría estar más cerca de su familia en Zitácuaro Michoacán. Ella iba y venía cada fin de semana a ver a su familia y eso nos alejaba mucho. Un día, de buenas a primeras me dijo que se iba a ir a vivir con su familia, porque sentía que tenía más apoyo. Me dijo que mejor compráramos una casa allá y que con el tiempo nos estableciéramos en ese lugar. No sé cómo, pero me convenció. Se me hacía más fácil viajar a mí para verlas que saber que ellas se exponían en carretera.

Distancia y problemas
Seguíamos con los problemas, empecé a notar a su familia muy seria conmigo. Incluso su mamá apenas me saludaba; ese fin de semana fue terrible. Me dijo que quería divorciarse de mí. Ni la despistó, acababa de comprar una vivienda modesta ahí, apenas teníamos 6 meses de haberla estrenado. Me acuerdo que le arreglé tan hermosa su habitación a mi hija y le pedí tiempo para que ella lo recapacitara. Me dijo que no, que mejor siguiéramos nuestros caminos. Sucedió que para ese tiempo hubo pérdidas y bajas ventas en el negocio, me quitaron la distribución. Aun así yo seguía viendo a mi hija; busqué la manera de tener ingresos para no dejar de mandarle dinero.

Menos dinero, más problemas
Como me quedé sin una fuente fija de ingresos, le dije a mi “ex” que debía trabajar para que ella pagara la mitad de la mensualidad de la casa y que yo pagaría la otra mitad. A fin de cuentas, sería para mi hija: ahí fue donde la conocí realmente. Ella nunca había trabajado, tenía su carrera que yo le financié, pero no le gustaba trabajar. Aquí en Zacatecas ella tiene un tío que es abogado y su mamá le dijo que lo viera a él para que le tramitara el divorcio, así como la pensión de las dos. En ese momento estaba verdaderamente ahorcado de gastos, trabajaba como vendedor de herramientas y las comisiones no eran muy altas. Ella me empezó a negar las visitas con mi hija, no me dejaba verla, no me permitía hablar por teléfono con ella. Cuando iba a visitarla me decía que ese dinero que había gastado mejor se lo diera a ella. Les mandaba mil 500 pesos a la semana para los gastos, más otros mil 800 pesos que es la mitad de la mensualidad de la casa, pero no ajustaba nunca.

Raras veces la veía
Cuando llegué a ver a mi hija me daba mucha tristeza que la traía con la ropa descocida o sucia y ya ni siquiera la peinaba. Su cabellito estaba todo enmarañado. Mi hija me decía que su mamá le daba muchos estirones y que le pegaba con el cepillo en su cabeza. Yo quería llevarme a mi hija, me ofrecieron un trabajo de nuevo aquí, era buena la oportunidad, nada más que iba a estar lejos de mi hija. Pero también tenía que sostenerla económicamente, pues su madre seguía sin trabajar. Cuando regresé, ella ya me había demandado el divorcio.
Inventó muchas cosas muy graves de mí. Dijo que yo las golpeaba a las dos, que por eso se había ido a refugiar con sus papás, que no les daba para su manutención, además me denunció por abandono de familiares y dijo que yo había abusado sexualmente de la niña durante una borrachera: se me desmoronó el mundo y me empezaron a citar en todos lados.

Enfrentamiento penal
Se demostró a mi favor que no había abandonado nunca a mi hija y demostramos que no había abusado de ella y que nunca hubo violencia familiar. Me acusó de todo lo que pudo para alejarme de mi hija. Una juez sentenció que yo podía convivir con mi hija. Mi hija ya tenía 9 años. Fui a su escuela, la directora nos informó que mi hija, la mayor parte de las veces iba desaseada y faltaba mucho a clases; resulta que su madre ya andaba de novia y se daba vida de soltera descuidando a mi hija, con esas pruebas y el testimonio de unos vecinos que la veían llegar tomada en la madrugada y que además dejaba a la niña sola, pude conseguir que me dieran la guarda y custodia. Pero ella le mintió a mi hija, le dijo que yo la quería matar y que yo había abusado sexualmente de ella. Cuando por fin la pude encontrar, mi hija no quería saber nada de mí, había pasado más de un año. Me gritó que me odiaba, que yo no era su papá; eso fue devastador para mí.
No sé cómo pudo hacerme tanto daño, pero lo que nunca podré entender es cómo pudo envenenar el alma de una niña inocente por capricho, por no darle más dinero y sobre todo porque tiene el alma contaminada. Ahorita estoy en un proceso para quitarle la guarda y custodia, debo esperar a que mi hija esté más grande para que se dé cuenta de las mentiras de su mamá. Me la vivo en el Juzgado esperando que la ley me permita ejercer la paternidad que por capricho me fue arrebatada.

Artículos 429, 430 y 431 del Código Penal Federal
La manipulación parental o alienación parental consiste en las conductas que lleva a cabo el padre o la madre que tiene la custodia de un hijo o hija, e injustificadamente impide las visitas y convivencias con el otro progenitor, causando en el niño o niña un proceso de transformación de conciencia, que puede ir desde el miedo y el rechazo, hasta llegar al odio. Este tipo de conductas, de inicio, pueden ser vistas como un problema familiar, pero al formar parte de todo un proceso destructivo van a tener proyección y repercusión social. La alienación parental afecta el sistema familiar y sus subsistemas, así como la dinámica familiar. La protección integral, la autonomía progresiva de los derechos de la infancia y el interés superior como derechos humanos son parte del marco teórico obligado al tratar temáticas relativas a la niñez, y la alienación parental no es la excepción, ya que afecta al infante en su normal desarrollo, y su derecho a la identidad, al apego, y a desarrollar una convivencia pacífica y permanente con el padre o madre que no tenga su custodia. Ésta es una problemática que afecta a niñas, niños y adolescentes.
Único. Se adiciona el Título Vigésimo Séptimo y los artículos 429, 430 y 431 del Código Penal Federal, para quedar como sigue: Título Vigésimo Séptimo De los delitos contra el interés superior de la niñez.
Artículo 429. A quien impida, obstaculice o niegue la convivencia de un menor con su progenitor, o con quien tenga derecho a dicha convivencia, una vez requerido judicialmente para ello, se le impondrá de uno a tres años de prisión y de cien a trescientos días multa. La misma sanción se le impondrá al ascendiente o familiar, que teniendo la obligación de hacerlo, una vez requerido judicialmente para ello, se niegue o abstenga de convivir con su menor descendiente o con el menor que tenga bajo su patria potestad.
Artículo 430. A quien se niegue a practicarse la prueba genética de ADN, para investigar el origen biológico de un menor de edad, se le impondrá de uno a tres años de prisión y de cien a trescientos días multa.
Artículo 431. Los delitos previstos en este título se perseguirán por querella de parte




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