Mi delito… no saber qué hacer

Historias de Lobos.
Historias de Lobos.

La situación de una mujer víctima de violencia de pareja, es sumamente delicada y peligrosa. Las mujeres que la sufren muchas veces buscan encontrar justificación a los actos violentos de sus parejas. El alcohol, drogas, estrés, cansancio, entre otros muchos, son los justificantes que pueden dar a esas conductas. Es muy fácil juzgar desde afuera … Leer más

La situación de una mujer víctima de violencia de pareja, es sumamente delicada y peligrosa. Las mujeres que la sufren muchas veces buscan encontrar justificación a los actos violentos de sus parejas. El alcohol, drogas, estrés, cansancio, entre otros muchos, son los justificantes que pueden dar a esas conductas. Es muy fácil juzgar desde afuera y opinar sobre lo sencillo que podría ser dejar a ese hombre que tanto daño le ha hecho; sin embargo, para las mujeres que la padecen resulta muy difícil desprenderse de una relación así, principalmente por miedo. Leamos la historia de dos mujeres que estuvieron inmersas en el ciclo de la violencia conyugal al grado de ver comprometida su propia vida.

Lorena*

                            Me case con él por todas las leyes. Ahí en el rancho se usa que de primero se las roban a una y luego él y sus papás van a hablar con los papás de una y se arregla el matrimonio. Nos casamos y nos vinimos a vivir aquí, porque él trabajaba como albañil y ya había hecho unos cuartitos. Me daba doscientos cincuenta pesos a la semana para el gasto de la comida. Yo le tenía que preparar el lonche, sus tacos de frijoles y chile y tenerle la sopa, los frijoles y el chile para cuando regresara a las ocho de la noche. A veces no me alcanzaba y él se enojaba mucho porque yo le pedía más dinero.

La primera vez

                            Yo quedé embarazada luego luego, me sentía muy mal, porque me daban muchas ganas de vomitar y eso a él le daba mucho asco. Empezó a llegar tomado, y ahí fue donde yo supe lo que me esperaba. La primera vez que me pegó, llegó borracho pero ya casi para amanecer, me dijo que me levantara a servirle de cenar. Me levanté y me dio el vómito, él me escuchó y cuando estaba en el baño me tiró una patada por la espalda, me dijo que era una vieja asquerosa y que le daba mucho asco. Me jaló de los cabellos y me llevó a puros empujones a la estufa, me decía préndela vieja estúpida. Me aventaba la cabeza contra la estufa, yo le decía que me dejara que yo lo quería qué por qué me hacía eso y me dijo que me aguantara que para eso era su vieja.

Yo gritaba porque tenía prendida la estufa y me quería quemar la cara. En eso me empujó y yo metí las manos, pero me las queme porque agarre las parrillas calientes. Aún llevó las marcas.

De ahí el empezó a portarse muy bien conmigo. Me pidió perdón de rodillas, me dijo que él me amaba, me compró una batita de maternidad. Yo creí que ya había cambiado.

Otra crisis

                            Las cosas estaban bien, llegó el tiempo de que ya iba a nacer el bebé. Me llevó al hospital civil. Ahí se estuvo conmigo, tuvimos cuatitos. Las cosas otra vez cambiaron porque no soportaba que los niños lloraran. Lloraban al mismo tiempo y él no me ayudaba nadita, yo como podía los amamantaba a los dos a la vez. Él se portaba muy intolerante. Mi mamá me iba a ayudar y me hacía mis atoles y me daba mi alfalfa para que estuvieran bien criados. Este hombre ni la cuarentena se quería esperar para que tuviéramos relaciones, yo volví a salir embarazada como al mes de los cuates. Empecé a engordar mucho, y este hombre no me volvió a tocar me decía que estaba asquerosa y que yo ya no me le antojaba como mujer, yo empecé a estar triste todo el día, los niños no dejaban de llorar, yo me sentía mal de las náuseas y el solo me decía que me largara que porque ya se iba a llevar a otra mujer que si le gustara.

Casi muere

                            Ya iba a nacer la niña y ni siquiera me quiso llevar al hospital, le dije a mi papá que me llevara. Para esto me fui caminando de Guadalupe a más para allá de Martínez Domínguez. Me lleve a los cuates, se me hacía que ya no llegaba, yo no traía para el camión ni tenía para el hospital. Cuando llegué me desmayé y le llamaron a la ambulancia, mi niña casi se me muere pero nos salvaron.

                            Este hombre estaba muy enojado porque mis papás se habían metido y juro que me iba a matar. Cuando salí del hospital me fui para con mis papás y llegó a quererse llevar a los cuates, estaba muy borracho y drogado. Mi papá no estaba y mi mamá había ido al nixtamal. Yo como pude se los quité, pero él me pegó con un mazo en la cara. Me rompió la mandíbula de abajo, me tumbo unas muelas y yo caí privada. Tenía 10 días de haber dado a luz a la niña. La vecina se dio cuenta y le llamó a la policía. Lo pudieron agarrar. Yo le puse denuncia y le dieron cinco años. El juró que me va a matar en cuanto salga. No ha visto a los niños, no conoce a la niña. Yo me quiero ir para el norte para que no nos haga nada. Tengo mucho miedo, todos los días vivo con miedo.

Lupita*            

 Fueron siete años de vivir un infierno. Yo no sabía qué hacer, ni a quién recurrir. El me amenazaba con matar a los niños y yo sí creía que lo fuera a hacer. A él le gustaba mucho tomar y jugar a las barajas, así lo conocí y yo no creí que eso fuera tan malo.

                            Yo era muy delgada cuando me casé con él, cuando nació el primer hijo, embarnecí y él me decía que estaba muy buenota. Seguía jugando a las cartas con los amigos. Los empezó a llevar a la casa, me ponía a que les hiciera de cenar o les sirviera la botana. Un día yo ya me había ido a dormir, él y sus amigos estaban jugando en la sala y en la madrugada entró a mi recamara y yo sentí que se había metido a mi cama desperté y ví que no era él. Era uno de sus amigos!, me había apostado y perdió. El tipo ese estaba como desquiciado y mi marido estaba ahí parado y me dijo, mejor déjate porque si no te mato y al niño también, aquí me voy a quedar a ver y se arrimó una silla. Fue algo que no puedo ni siquiera describir, el asco, la vergüenza y el dolor no me dejan recordar nada de eso. Al día siguiente él estaba como si nada, pero en la noche me empezó a preguntar que si me había gustado, que si su amigo lo hacía mejor que él, me decía cosas muy vulgares. Yo solo lloraba y solo le dije que porque me había hecho eso y él me dijo que mejor me callará porque para eso yo era su vieja.

Las vejaciones continuaron

                            Eso no paró ahí, el continuó embriagándose con sus amigos, a veces en la casa a veces en otro lado. De cualquier manera, yo me convertí en la prostituta de él y de sus amigos. A veces era con uno, a veces con otro. Invariablemente el siempre veía. Luego de esto lo mismo, a preguntarme qué había sentido. Volví a quedar embarazada yo quiero creer que es de él, pero la duda siempre me atormentará. Yo estoy segura de que mis hijos se llegaron a dar cuenta de lo que sucedía porque los tipos hacían ruidos horribles. Mi miedo eran las amenazas de que les haría daño a mis hijos. Yo le decía que ya no lo hiciera porque los niños estaban creciendo y tarde que temprano se darían cuenta. El accedió pero comenzó a llevarme a moteles.

Me sentía completamente inútil

                            Yo no lo dejaba porque tenía miedo de todo. Mi familia no me apoyaba porque, primero no me creían que fuera capaz de hacerme esas cosas y me decían que él era mi marido y ahí tenía que quedarme. El miedo de que les hiciera algo a los niños y no tener a donde ir me detenía ahí, no puedo explicar el pánico que sentía de pensar que les hiciera algo a mis hijos.

La última vez

Ese día me dijo prepárate, esas palabras me hacían temblar, me dijo que me fuera a las ocho de la noche a un motel a la salida de la ciudad.

                 Llegué ahí y estaban tres tipos y mi esposo. Nunca había tantos. Ellos estaban muy tomados o algo más. Fue muy traumático. Una violación masiva. Con toda clase de vejaciones, yo sentía que me moría o que iba a morir ahí. Lo único que tenía en la mente eran mis hijos. Si no hubiera pensado en ellos no habría sobrevivido. Me usaron hasta que se cansaron y ahí me abandonaron. Como pude me levanté y me fui de ese maldito lugar. Llegué a la carretera, alguien me vio y me ayudó, buscamos una patrulla y me llevaron al hospital. En el ministerio público me dijeron que fue una violación masiva. Él está en la cárcel con uno de sus amigos, los otros no sé. Creo que se fueron de aquí. Estoy recuperándome. Sigo viva con mis hijos y lo puedo contar. Ojalá sirva de algo para que las mujeres a la primera de que les hagan algo malo los dejen, no perdonen porque no cambian solo empeora todo. 




Más noticias


Contenido Patrocinado