
Historias de Lobos.
Un sujeto de 22 años, sin trabajo, amante de la vida fácil, que solo pudo completar la primaria ya que lo corrían de las escuelas por su pésimo comportamiento, busca la manera de manipular y engañar a su víctima.
Un sujeto de 22 años, sin trabajo, amante de la vida fácil, que solo pudo completar la primaria ya que lo corrían de las escuelas por su pésimo comportamiento, busca la manera de manipular y engañar a su víctima para aprovecharse de ella en todos los sentidos.
Una jovencita de 15 años, con los problemas propios de su edad, cae en la manipulación de este sujeto y el embarazo en su adolescencia no es el único problema que le ocasiona, pues su vida se ve trastornada por haber creído en él.
Conocí a este tipo cuando solo tenía 15 años, me dijo su nombre pero se cambió los apellidos; primero me dijo que tenía 18 años, luego 20 y a mi mamá le dijo que 21, en realidad nunca supe que edad tenía, ni como se llamaba.
Siempre me pareció prepotente y volado, desde que me conoció comenzó a decirme piropos, lo seguí tratando y ya no me caía tan mal, recuerdo que para ese tiempo estaba deprimida y comencé a sentirme apoyada por él. Iba por mí a la escuela, todo iba de maravilla, yo sentía que me quería.
Un día, como al mes de conocerlo, yo estaba muy deprimida y nos contamos las cosas de nuestras vidas. Me dijo que fuéramos a su departamento por una cámara filmadora, ahí seguimos platicando y nos dimos cuenta de que nos necesitábamos.
Yo tenía 15 años de edad, nunca antes había tenido relaciones sexuales, pero me propuso estar con él y yo accedí voluntariamente. Insistía mucho en que quería tener un hijo y me decía que se iba a casar conmigo.
La primera vez que salimos juntos me dio a probar cocaína, pero después ya no, comenzamos a tener problemas porque no me dejaban salir de mi casa.
Como a los 20 días él quería llevarme a un doctor para saber si estaba embarazada, me dijo que comprara una prueba, la practiqué en mi casa y salió positiva, al día siguiente le hable para decirle y se puso muy contento, me dijo que iba a empezar a buscar trabajo para formar nuestra familia.
Mi mamá trato de evitar que me casara con él, me decía que estaba muy chica y que ellos, mis papás, se harían cargo de todo, yo no quería fallarle a él pero no sabía cómo decirle que mis papás no permitirían que nos casáramos.
Cuando le dije que mejor me robara y me llevara a vivir a su casa, se puso muy nervioso, no sabía que decir pero me propuso que lo intentáramos, que habláramos con sus papás, que si ellos querían él se iba a vivir a mi casa. Mi papá no estuvo nada de acuerdo, pero al final accedió.
Vivimos seis meses juntos, cuando tenía ocho meses de embarazo se descubrió su mentira.
Me hacía muchos regalos de anillos y cadenas, yo no me explicaba de donde sacaba el dinero. Mi papá ya estaba sospechando que le agarraba dinero.
Lo que derramó la gota fue que en una ocasión me dio cachetadas estando embarazada, pero luego, luego me pidió perdón; cuando mi papá lo enfrentó por eso reclamándole que yo estaba embarazada el negaba y luego aceptaba. No sabía ni que decir, ni que hacer.
Mi papá le llamó a una hermana de él para decirle lo que había pasado. Su hermana nos dijo que era un irresponsable y que él estaba casado.
Ese día mi papá le dio unos golpes en un brazo, nada fuertes y a mí me dijo que tenía que demandarlo porque lo que él me había hecho era algo que no se podía permitir.
Me engañó, él estaba casado y tenía un hijo, lo peor es que no se hacía cargo de él ni de la mamá de ese niño y ahí es cuando yo me di cuenta de todo.
No sólo salió que estaba casado, tenía otra denuncia porque había golpeado a su esposa. También nos dijeron que él la había forzado a tener relaciones sexuales para tener un hijo, así como me dijo a mí.
Mis papás sabían que ese tipo no era bueno y yo no les hice caso. Como yo era menor de edad mis papás también querían decir que había abusado de mí, pero yo si estuve de acuerdo y como ya tenía 15 años no pasó nada.
Él se portó muy cobarde, negaba todo, y hasta se puso a llorar. Quería que le creyéramos que si era bueno. Sentí muy feo y yo quería abrazarlo, pero mi papá no me dejó. Cuando leí sus declaraciones me dio mucho coraje.
Relató haber contraído matrimonio a la edad de 18 años, con una mujer de la cual, a su decir, no recordaba el segundo apellido, con ella procreó a una hija, que a la fecha tendrá 6 años de edad aproximada, “yo me case con ella porque estaba embarazada, pero yo sabía que ella estaba con otros chavos, yo dudaba que fuera mi hija, pero aun así me case con ella…”, mencionó que ese matrimonio duró entre 5 o 6 meses y que terminó por que tenían muchos problemas. Nunca se hizo cargo de la manutención de su hija ni la buscaba.
De mi relación con él, dijo se fue a vivir conmigo porque estaba embarazada, pero que no sabía si el bebé era de él o de quién y que se ofreció a ayudarme, así como haciéndome el favor de estar conmigo.
Dijo que yo tenía un novio y otro novio, que todo el mundo sabía que yo era una piruja. También declaró que había tenido una pelea con mi papá y que mi papá lo había golpeado muy feo.
Mencionó que él daba dinero a la casa y que pagaba mis consultas del doctor, cuando ni siquiera trabajaba. Se salía a buscar trabajo y no regresaba hasta la noche, pero llegaba con regalos.
A veces se veían las cosas de mujer usadas y hasta oliendo a perfume. Siempre tuve la sospecha de que las robaba a otras muchachas y nunca las usé.
Ser madre y padre adolescente suele desencadenar, sin distinciones socio–económicas, condiciones de vulnerabilidad para este sector, que suelen asociarse a: falta de preparación educativa en el tema de salud sexual y reproductiva, a la probable deserción escolar, características del desarrollo cognitivo, físico y psico–socioemocional en esa etapa, la adopción de papeles de género tradicionales, así como a la reducción de vivencias que se generan en la población en este periodo del desarrollo humano considerando su ámbito socio–cultural.
Las madres adolescentes son frecuentemente estigmatizadas y sufren discriminación de género, desaprobación y rechazo familiar, social (en las escuelas, en sectores de salud, en as comunidades, en ámbitos religiosos, por ejemplo).
Un embarazo durante la adolescencia puede considerarse como dramático, tanto en lo personal como a nivel social, independientemente del estrato social del que procedan, porque: