Aniquilar a la ignorancia

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Mantener el equilibrio emocional y ser ecuánime en la vida diaria ante cualquier adversidad, no es fácil. Debemos comenzar a practicar en los actos más sencillos para llegar a convertirnos en nuestros propios maestros. Necesitamos aprender y esforzarnos en consecuencia, estar atento y alerta a nuestro comportamiento físico, verbal y mental. Ser conscientes de nuestro … Leer más

Mantener el equilibrio emocional y ser ecuánime en la vida diaria ante cualquier adversidad, no es fácil. Debemos comenzar a practicar en los actos más sencillos para llegar a convertirnos en nuestros propios maestros.

Necesitamos aprender y esforzarnos en consecuencia, estar atento y alerta a nuestro comportamiento físico, verbal y mental. Ser conscientes de nuestro discurso significa que debemos tener cuidado de no usar palabras que lastimen a otros o que susciten sospechas.

No es sólo una cuestión de aprender sobre cosas materiales del diario vivir, como respetar las normas de vialidad, poner la basura en su lugar, ni desperdiciar agua. También tenemos que aprender a afrontar nuestras emociones.

En este sentido, es muy útil pensar en una observación hecha por la física cuántica, de que nada existe como parece. De esto podemos concluir que el hecho de que veamos a las personas o las cosas como buenas o malas es en realidad una proyección mental. Debido a la forma en que nos aparecen las personas y las cosas, les respondemos con ira o apego. La idea de que algunos son amigos y otros enemigos es una visión parcial basada en nuestras propias proyecciones mentales. Recordemos el mito de la caverna de Platón.

Debemos ser conscientes de nuestras acciones físicas. Los monjes jainistas de la India, por ejemplo, practican una intensa conciencia de la realidad, hasta de cómo caminan para no dañar a otras criaturas, ni siquiera a los insectos diminutos, nosotros estamos en otra cultura; sin embargo, debemos poner atención plena y de estar alerta al efecto de nuestras acciones con los demás. En consecuencia, incluso podemos ser conscientes de cómo sonreímos para no incomodar a nuestros compañeros.

Somos impermanentes, somos efímeros, olvidamos que tenemos fecha de caducidad, recordemos los cuatro momentos antropológicos del ser humano: nacer, crecer, reproducir y morir, y yo añado dos más, el envejecimiento y la enfermedad.

El nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte están atados por fuertes lazos de acciones, tan difíciles de deshacer, que es parte del apego y están atrapados en la red de nuestra naturaleza humana del egocentrismo, completamente envueltos por la oscuridad de la ignorancia.

La ignorancia de la realidad esta impregna de aflicciones mentales, al destruir la ignorancia, se eliminan las emociones enfermas y se tendrá más claridad de la realidad objetiva.

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