Afrontando la muerte

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

La cuestión de afrontar la muerte de una manera pacífica es muy difícil. Según el sentido común, parece haber dos maneras de tratar el dolor y el problema de la muerte. La primera consiste en intentar eludir el problema y otra es mirarlo directamente y analizarlo, familiarizarse con él y dejar bien claro que es … Leer más

La cuestión de afrontar la muerte de una manera pacífica es muy difícil. Según el sentido común, parece haber dos maneras de tratar el dolor y el problema de la muerte. La primera consiste en intentar eludir el problema y otra es mirarlo directamente y analizarlo, familiarizarse con él y dejar bien claro que es parte de toda nuestra vida.

Por ejemplo, la enfermedad ocurre y no es algo excepcional, forma parte de la naturaleza y es una realidad de la vida. Acontece porque el cuerpo está ahí. Desde luego, tenemos todo el derecho a evitarla, pero a pesar de ese esfuerzo, cuando ésta se produce lo mejor es aceptarla, aunque uno debe esforzarse por curarla lo antes posible, no hay que imponerse otra carga mental.

Como dijo el gran erudito indio Shantideva: “Si hay una manera de vencer el dolor, no hace falta preocuparse; si no hay manera de vencer el dolor, no vale la pena preocuparse”. Ese tipo de actitud racional es muy útil.

La muerte, que es parte de todas nuestras vidas, nos guste o no, algún día ocurrirá. Antes que evitar pensar en ella conviene entender su sentido. En las noticias vemos con frecuencia asesinatos y muertes, pero algunas personas parecen creer que la muerte solo les ocurre a otros. Esa actitud es errónea.

Todos tenemos el mismo cuerpo, somos humanos y por lo tanto todos moriremos. Hay, por supuesto, una gran diferencia entre la muerte natural y la muerte accidental. Si desde el comienzo nuestra actitud es: “Sí, la muerte es parte de nuestras vidas”, quizá nos cueste menos enfrentarnos a ella.

En general, hay dos tipos de problema o sufrimiento; con un tipo es posible que adoptando cierta actitud uno pueda reducir de verdad la fuerza y el nivel de sufrimiento. Sin embargo, quizá existan otros tipos de problemas para los que el hecho de adoptar una buena actitud y manera de pensar tal vez no reduzca el nivel de sufrimiento, pero de todos modos lo prepara a uno.

Cuando suceden cosas desgraciadas en nuestras vidas hay dos resultados posibles: Una posibilidad es la inquietud mental, y en el peor de los casos, hasta el suicidio. La otra posibilidad es que debido a esa experiencia trágica uno se vuelva más realista.

Con el poder de indagación, la experiencia trágica quizá lo fortalezca a uno y le dé más independencia. El hecho desgraciado puede ser una fuente de fortaleza interior y ESPIRITUAL.




Más noticias


Contenido Patrocinado