JUCHIPILA.- En los primeros días de junio la hermandad del Xúchitl ofrece tributo a Xochipilli el Dios de las Flores. Este año no fue la excepción, y a la festividad se unieron las autoridades eclesiásticas y gubernamentales. Los primeros habitantes de estas tierras rendían tributo a Xochipilli en estas fechas pues era cuando la … Leer más
JUCHIPILA.- En los primeros días de junio la hermandad del Xúchitl ofrece tributo a Xochipilli el Dios de las Flores. Este año no fue la excepción, y a la festividad se unieron las autoridades eclesiásticas y gubernamentales.
Los primeros habitantes de estas tierras rendían tributo a Xochipilli en estas fechas pues era cuando la flor de cacalaxóchitl, blanca y a la que relacionaban con la pureza, aparecía en los campos; con ella, imploraban el beneficio de abundantes lluvias para obtener buenas cosechas.
Así, pues, y cumpliendo y preservando esta tradición ancestral, desde temprano los pobladores se reunieron para ofrecer tributo a El Príncipe de las Flores, representado en una escultura tallada en piedra a un costado de la Parroquia de San Francisco de Asís.
Ahí las bellas doncellas vestidas de blanco ofrecen al dios flores de cacalaxóchitl e inician el ritual de limpieza con incienso de copal.
Posteriormente hacen la danza del Xúchitl, que consiste en bailar al son de la banda o tamborazo con un paliacate rojo en las manos al tiempo que eligen a quien debe continuar la danza. Los anfitriones reparten entre los asistentes el pastel o pan del Xúchitl, una especie de buñuelo macizo cubierto de azúcar glass.
Hacen un recorrido por diversos puntos de la cabecera municipal, como la explanada de la presidencia municipal, y visitan la llamada “Casa de Villa” y la del Hermano Mayor. Luego regresan a la explanada de la parroquia y planean la festividad del año próximo.
Para concluir con la jornada de fiestas, acuden a misa en el templo parroquial de San Francisco y, al finalizar, comparten los alimentos en el parque municipal.
Imagen Zacatecas – Rocío Ramírez