Para cocos, los de Raquel

En el jardín Juárez de Guadalupe hay un matrimonio que lleva alrededor de 20 años vendiendo cocos y agüita de coco. (Foto/Imagen de Zacatecas)
En el jardín Juárez de Guadalupe hay un matrimonio que lleva alrededor de 20 años vendiendo cocos y agüita de coco. (Foto/Imagen de Zacatecas)

El matrimonio Saucedo-Véliz se instala diario en una de las esquinas de la plaza, en donde, a últimas fechas, no han podido reponer sus ventas, debido en parte a que resultaron afectados por la pasada pandemia

GUADALUPE.- En el jardín Juárez de Guadalupe hay un matrimonio que lleva alrededor de 20 años vendiendo cocos y agüita de coco en un rincón de esa plaza; ambos atienden su changarro del que viven cotidianamente, aunque afirman que en estos tiempos, la gente ya no consume esa fruta porque prefiere las bebidas de azúcar y carbonatos.

El matrimonio Saucedo-Véliz se instala diario en una de las esquinas de la plaza, en donde, a últimas fechas, no han podido reponer sus ventas, debido en parte a que resultaron afectados por la pasada pandemia.

Ellos son Raquel Saucedo y Alberto Véliz Hernández, quienes narran su historia personal, luego de hacer suyo ese negocio particular que, desde sus inicios, fue atendido por Miguel Véliz, padre de Alberto.

Su hijo cuenta que don Miguel se dedicó a vender cocos luego de haberse jubilado de las Fuerzas Armadas, momento en el cual decidió poner su propia empresa en el jardín Juárez.

“Mi padre partió a Manzanillo luego de que se jubilara del Ejército, momento en el que quiso dedicarse a la obra porque de manera fundamental él era albañil pero en ese momento y por su edad ya no le dieron jale”.

“Entonces, decidió traer cocos de Manzanillo para venderlos acá y además vivió allá un tiempo cuando yo era pequeño por lo que desde entonces recuerdo a mi padre instalado aquí vendiendo sus cocos para refrescar el alma de Guadalupe”

Además de ese último oficio, Miguel Véliz tenía otros, ya que era carpintero, pintor y otros, “pero al viejo le gustaba el negocio y de ahí no lo podíamos bajar nomás porque no quería andar de ocioso”.

Desde entonces, los cocos vienen de Playa Azul, en Tecomán, Colima cuyo proveedor se los lleva a la pareja hasta Aguascalientes, donde Alberto los recoge para traerlos a Guadalupe.

Desde luego que no siempre ha sido sencillo, como el propio Alberto lo narra, de debido a que perdieron mucha clientela durante la pasada pandemia por Covid, “ya que algunos de nuestros consumidores habituales murieron por lo que las ventas bajaron mucho y desde entonces no se han podido levantar”, citó el entrevistado.

“Antes, cada semana íbamos a Aguascalientes a traer los cocos, pero ahora nos basta con ir cada 20 días, en parte porque son más caros y la gente bebe otras cosas que por cierto le hacen daño a sus riñones”, dijo.

Los cocos cuestan en este momento 70 pesos, ya sea completo o en partes, pero “quienes los consumen de manera preferente son los doctores, uno de los cuales se llevaba hasta cinco a seis litros diario, que según él aplicaba a sus pacientes”.