A 29 años de la tragedia del transbordador Challenger

Hoy se cumplen 29 años del fatídico accidente que sufrió el transbordador espacial Challenger, solo 73 segundos después de su despegue en Florida.

Millones de personas, entre ellas familiares de los siete tripulantes, fueron testigos de cómo explotó la nave y cayó al océano Atlántico.

En 1984 se preparaba lo que sería la tarea número 10 de este transbordador, el cual realizó su primer vuelo el 4 de abril de 1983; la intención de la misión STS-51-L tenía como objetivo la puesta en órbita de dos satélites.

El primero estaría enfocado a las comunicaciones estadounidenses y el segundo sería una plataforma para observaciones astronómicas, entre ellas, el estudio del cometa Halley.

La desintegración de la nave fue en 1986 e inició justo después de que una junta tórica de su cohete acelerador derecho fallara durante el despegue.

Eso permitió la fuga de gas caliente presurizado del motor al exterior y tener contacto con el tanque de combustible.

Las fuerzas aerodinámicas destruyeron rápidamente la estructura.

Si bien fue un desperfecto mecánico la causa directa de este fatal incidente, surgieron distintas hipótesis sobre qué pudo provocarlo.

Algunas de ellas tiene tintes políticos, como que el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, presionó para forzar el lanzamiento con fines de publicidad o hasta teorías que indican que no se utilizó un sellado efectivo entre los cohetes, para salvaguardar el medioambiente de químicos muy tóxicos.

Aun así, las investigaciones posteriores probaron que la catástrofe fue por malas decisiones por parte de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, NASA, por sus siglas en inglés, pues ya tenían conocimiento de que el diseño de los cohetes aceleradores sólidos del contratista tenían un defecto potencialmente catastrófico en las juntas tóricas.

Los tripulantes que murieron fueron: Francis Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe.

Esta última se convertiría en la primera profesora en el espacio, por lo que la Nasa transmitió la señal para que muchas escuelas dieran seguimiento vía satélite; se estima que el 17% de los estadounidenses observaron la explosión.

El accidente es considerado el más impactante en la historia del Programa del Transbordador Espacial, por lo que tuvo repercusiones en la credibilidad de la NASA como agencia espacial, incluso los vuelos espaciales se suspendieron hasta 1988.

Imagen Zacatecas – David Vega