En el catecismo de la iglesia católica conocido como la “doctrina”, enseñaban “que muerte, juicio, infierno y gloria, ten cristiano en la memoria”. Hace tiempo que estos conceptos no se escuchan en la predicación de los ministros de culto por eso las generaciones millennials no saben a qué se refiere estos términos, porque en sus … Leer más
En el catecismo de la iglesia católica conocido como la “doctrina”, enseñaban “que muerte, juicio, infierno y gloria, ten cristiano en la memoria”. Hace tiempo que estos conceptos no se escuchan en la predicación de los ministros de culto por eso las generaciones millennials no saben a qué se refiere estos términos, porque en sus categorías mentales están otras formas de creer.
La semana pasada ante una pregunta expresa del fundador del periódico italiano la Republica al Papa Francisco, sobre el infierno, dijo: “que no existe”, y esto provocó una polémica en el Vaticano contra los conservadores donde lo han tachado de hereje, masón y hasta ateo.
En la vida moderna, se debe ser claro y realista, sobretodo coherente y respetuoso con las emociones y creencias que existen. La formación teológica, catequética y pastoral de cada una de las creencias, tiene su propio método de formación de valores, cada una de ellas decide y elije como forma a sus miembros.
De acuerdo a la última encuesta nacional sobre creencias 2016, donde el objetivo es conocer las practicas, modos y formas de creer de los mexicanos, se puede destacar la configuración de un cambio religioso y reacomodo en la forma de pensar de los creyentes que hacen una religión a su manera más distantes de la institución y de los dogmas, incluso alejados de los valores y normas haciendo de su vida una nueva forma de creer.
Cada creencia cumple una misión de enseñar valores a sus seguidores, pero se les ha olvidado a sus líderes la práctica, el testimonio, la coherencia, se necesita la actitud mental de la emociones y sentimientos como dijo Javier el chicharito Hernández: “imaginémonos cosas chingonas“. Si no nos esforzamos por crecer, por corregir nuestros vicios, por practicar los valores, nunca se lograra la paz interior, que es sinónimo de felicidad.
Los jóvenes de hoy no se asustan como lo hacían en el pasado, recordando por ejemplo los ejercicios espirituales de cuaresma con los venerables Canónigos del Colegio Catedralicio; Vela y Varela, que a la hora de predicar sobre las postrimerías de muerte, juicio, infierno y gloria apagaban la luz de catedral y ponían al sacristán a hacer ruido con cadenas.
Eso no es religión, hoy se requiere actitudes como la sencillez, compasión, afecto, respeto y tolerancia por el ser humano. Lo que importa al final de cuenta, es como dijo el Papa…
Imagen Zacatecas – Gerardo Luna Tumoine