Los ojos de agua de Fresnillo

20 pozos abastecían a la comunidad en aquel tiempo.
20 pozos abastecían a la comunidad en aquel tiempo.

Algunos de los mantos existentes: bajo el templo parroquial de la Purificación se encuentra quizá el más grande.

Para tratar de precisar el incierto origen del Fresnillo recurrimos a las únicas testimoniales existentes, por cierto de más credibilidad.

Son por el momento referencias creíbles. No son cédulas, certificaciones reales o algo parecido. Son evidencias con sustento coherente, congruente y práctico, han estado apareciendo como dispersas citas (unas cuantas palabras) a manera de referencias en varios tratados versados en temas históricos regionales, de acuerdo con la discutible versión de los escribanos de mediados del siglo 16.

Las aisladas y remotas líneas que hablan de sucesos o hechos, algunos hipotéticos, otros no tanto, con relación al origen del pueblo minero, se han estado rescatando, analizando y conservando porque es lo único que se tiene a la mano para abrir la conversación referente a los orígenes del Fresnillo. Lo interesante de ello es que convergen hacia un solo punto.

Estro a través de los años, viene a ser el único y discutible sustento para poder decir con firmeza sin apasionamiento hispanófilo que, esta comunidad nace y lleva su primer nombre propio y sin ninguna vinculación con la minería, porque, para empezar “tiene más relación con los mantos acuíferos” existentes en torno a la Ciénega, la cual ubicaríamos sin temor a equivocarnos en el centro de la ciudad. Y, de ello podemos afirmar que: “aún existe”; son los legendarios y perpetuos ojos de agua del Fresnillo.

Las citas lo registran con claridad. El primer nombre propio de este paraje fue el relativo a la existencia de innumerables ojos de agua. El vital líquido es el que da vida a la flora y la fauna de cualquier lugar del mundo. La presencia del ser humano en esta tierra es por el agua.

Quienes poblaron este lugar para subsistir no tomaban minerales que arrancan las entrañas del cerro de Proaño. Bebían agua, líquido que también usaban para la trituración del mineral y fundición.

Para su conocimiento, el pueblo desde sus orígenes hasta mediados del siglo 20 se abastecía de suficiente agua de los pozos y norias que había a lo largo y ancho de la hondada que cruzaba el poblado del Poniente al Oriente, siguiendo el cauce natural del caudaloso arroyo, cuya presencia aunque haya sido sepultada por el crecimiento urbano en tiempos de lluvia se hace presente como hace siglos.

Los mantos acuíferos del mineral o los ojos de agua de Fresnillo existen y de ello abundaremos. Cabe anotar que esta comunidad también en sus orígenes y de ello aparece en referencias históricas lleva el nombre de Aguas del Fresnillo. Después la minería empezó a desplazar el primer nombre propio del pueblo. El agua es vida, por su parte la minería contamina; los ejemplos abundan.

Algunos de los mantos existentes: bajo el templo parroquial de la Purificación se encuentra quizá el más grande. Las evidencias físicas reales usted las puede constatar. Otro de ellos se localiza en el segundo plano de la presidencia presente en la esquina de la Sor Juana y del Jardín Madero está el otro, bajo el adefesio foro autorizado por el INAH. Otro más está localizado en el sótano de lo que fuera el cine Plaza; otro más en la calle Santa Ana, en el edificio de funerales y el último en las calles Juárez y Codo.

Cada vez que excavan zanjas para drenaje o agua potable a una profundidad de metro y medio principalmente en el centro citadino brota agua en impresionante cantidad. En torno al centro citadino aún existen norias y pozos de los que se extrae el vital líquido para usos domésticos, desgraciadamente no es probo para consumo humano, pues el agua está contaminada por metales pesados, entre ellos mercurio.

El agua que se saca de pozos y norias, de los antiguos mantos acuíferos se vende al público que destina el líquido para otros menesteres, menos para saciar la sed.

El agua, vital elemento que ha dado vida al pueblo desde hace más de 450 años permanece en el subsuelo de la población como prueba irrefutable de su presencia para la subsistencia del ser humano, de la flora y de la fauna regional. Es sin duda sinónimo de vida, lo que no podemos decir de la minería.

De la minería hay quienes se aferran a ella y aseguran que por ello existe Fresnillo; nosotros no podemos decir lo mismo. La minería desde el siglo 16, en este caso lo que se extrae del Cerro de Proaño, ha estado enriqueciendo demencialmente a reyes, virreyes, dictadores, mandatarios, políticos, bandoleros, piratas y aventureros; a los sistemas de gobierno del país, principalmente.

La minería está en deuda con el pueblo, de todo lo que se lleva debe regresarle la quinta parte según una ordenanza real.




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