Los manuscritos, testimonios de la historia

Carlos López Gámez.
Carlos López Gámez.

Cada vez que se pretende hablar del devenir de los años de Fresnillo, nunca faltan ni faltarán los constantes y tajantes cuestionamientos que tienen estrecha relación con la historia del sometido mineral por las desmedidas ambiciones políticas. Para dar respuesta aunque sea de manera escueta a las preguntas que surgen, tenemos que recurrir a los … Leer más

Cada vez que se pretende hablar del devenir de los años de Fresnillo, nunca faltan ni faltarán los constantes y tajantes cuestionamientos que tienen estrecha relación con la historia del sometido mineral por las desmedidas ambiciones políticas.
Para dar respuesta aunque sea de manera escueta a las preguntas que surgen, tenemos que recurrir a los imprescindibles apuntes y consultar a los escritores que han investigado.

Por otra parte hemos captado, de unos cuantos años a la fecha, el interés de numerosas personas de conocer un poco más de raíces y orígenes de la inquieta comunidad fresnillense.

Por fortuna, sin que esta expresión nos indique que los testimonios físicos que relaten algunos sucesos ocurridos en la población en el tiempo en que se ha desarrollado existan en abundancia, si hemos acudido a varios manuscritos, que han sobrevivido a las difíciles épocas, para enterarnos de su contenido y de esa manera compartir la evidencia del pasado con las generaciones presentes.

Uno de ellos tiene en sus deteriorados forros la siguiente inscripción: “Cofradía de las Animas 1841”.

Hay otros de mayor antigüedad, lamentablemente están más dañados por el tiempo y abandono y de manera dificultosa se puede leer parte de su ilegible contenido.

En el manuscrito consultado, la primera foja nos llama la atención por un detallado inventario que registra la propiedad de 39 fincas distribuidas en las primeras manzanas circundantes al Centro Histórico natural.

Por ejemplo: En torno a la Plaza del Maíz (Jardín Obelisco), se encuentran 18 casas pertenecientes a la cofradía que se ubicarían en las aceras oriente, poniente y norte; las colindantes al sur son propiedades particulares.

Las que tienen vista al oriente son seis. Estas constan de sala, recámara, pasadizo, cocina y corral. Las del poniente de similares características son 12, aunque se hace la anotación que se encuentran sumamente maltratadas o en estado ruinoso. Se pronostica que de no intervenirse se caerán. Estas casas tienen pozo y se rentaban a 19 pesos cada una.

En el manuscrito se hace referencia a otras propiedades, una de estas por la calle La Alegría, (Álvaro Obregón) tiene un pozo de agua salada y ganan 10 reales. Por la Plazuela de Guadalupe (frente al templo Parroquial) se localiza otra finca con un corral inmediato al arroyo (La Alameda).

Esta casa es nueva pues se construye en 1983 y rentaba cuatro reales semanarios. Se supone que una señorial construcción. (Suponemos corresponde a lo que fue la Escuela “Josefa Ortiz de Domínguez-libertadores”).

Se menciona otra finca colindante a la anterior, la casa número 11. La puerta de acceso estaba en la esquina con la Plazuela de Guadalupe y calle del Álamo. Se describe de la siguiente manera: sala grande con vista al oriente, tiene una recamara chica con ventana que da a la calle del Álamo, cocina, corral muy pequeño, esta es más antigua que su “madera toda” está muy apolillada y sostenida con madres.

Con relación a las número 12 y 13 se encuentran en la calle del Álamo, las dos juntas vivas al sur, se componen de sala, recámara, pasadizo, corral grande y cocinita muy chica, parecen ser tan antiguas como la número 11 y están demolidas.

La número 14 es una cochera grande que da vista al norte, en la misma calle del Álamo.

Se encuentra en buen estado en virtud de las reformas que nuevamente se han hecho y su renta son seis reales semanarios. A la puerta de esta, se halla el número 15, la que se compone de sala, recámara, cocina y corral grande y con pozo de agua mala; está bien tratada y gana diez reales semanarios.

Las fincas 16 y 17 se localizaban juntas en el callejón que baja de la calle del Álamo para el arroyo dando frente al poniente; en todo son iguales y se compone de salas, pasadizo, cocina, corral con pozo de agua gruesa, están muy arruinadas y por este motivo más que otras se reformen, ganan la primera seis reales y la otra cuatro.

Por su parte, la número 18 se encontraba en la calle de Santa Ana, en una esquina que da frente al norte y al poniente; gana tres reales semanarios. Se compone de una sala con el frente al norte, después una recámara, un pasadizo y cocina trastienda y tienda con frente al poniente.

En los altos solo hay una sala grande y un balcón de madera que da vuelta o vista al norte y al poniente.

La número 19 se situaba en el callejón de la hacienda de San José y otra da a la calle del Ángel (Juárez).

En este breve relato observamos que la Cofradía, era rica, obtenía jugosas rentas con sus casas.




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