Para el antojo, unas greñudas de Chava Mendoza

Salvador Mendoza es uno de los pocos que se avienta el trabajo de hacer dulces tradicionales. | Fotos: Ángel Martínez.
Salvador Mendoza es uno de los pocos que se avienta el trabajo de hacer dulces tradicionales. | Fotos: Ángel Martínez.

Salvador dice que este bello oficio, lo aprendieron de generaciones pasadas.

FRESNILLO.- Cuando nos tiran mala leche es mejor endulzarse la vida, para ello está Salvador Mendoza, un joven muy trabajador y emprendedor que se dedica a vender dulces de leche.

Para él, este trabajo es toda una tradición familiar, para los Mendoza-Rodríguez, quienes se hicieron tan buenos en hacer dulces de leche, que ya llevan 10 años vendiéndolos.

El mismo Chava dice que este bello oficio, lo aprendieron de generaciones muy pasadas, y ya es para ellos una tradición que mantienen con mucho orgullo y agradecimiento.

Él mismo hace las greñudas, tal como su abuelo.

El fresnillense dice que, empezaron con las greñudas; pero que, poco a poco, se han ido haciendo de una variedad de dulces deliciosos para tener qué ofrecerle a la gente.

Chava comenta que le gusta mantener las tradiciones y los sabores típicos de la región, al hacer estos dulces hechos a la antigüita, porque, tal como él dice, ya no hay tanta gente que venda estos dulces.

Para no olvidar nuestros sabores

Y es que, por desgracia, muchas tradiciones ya nadie las sigue; pero, en esta vocación, Chava mira las posibilidades de echar su granito de arena para mantenerlas vivas:

“A mí me llama mucho la atención, porque se está perdiendo la tradición con el paso del tiempo y nosotros queremos mantenerla”.

Chavita no está solo en su negocio, pues su novia, Monserat Rodríguez, le ayuda y también se dedica a vender en su puesto de dulces típicos del tianguis Emiliano Zapata.

Si se le antojan unas despeinadas, Chava vende sus dulces en el tianguis Emiliano Zapata.

Esta pareja de emprendedores no se las ha visto fácil, para nada, porque mantener un negocio propio es difícil y mucha inversión de dinero. Y ahora, con la pandemia del coronavirus, hasta tuvieron que cerrar el local.

Pero Chava aplicó la de que “no hay mal que dure 100 años” y se propuso aguantar en lo que las cosas mejoran, pues no piensa dejar este oficio que tanto ama.

Sigue con la venta de dulces

Salvador piensa seguir con esta tradición a la que se siente tan unido, no solo porque se la heredaron de niño, sino que también porque le ha dado mucho en la vida, tanto a él como a su familia.

Tal como nos cuenta, el buen Chava se avienta la realización de mil 500 greñudas a la semana, y como hace el dulce de leche y el coco, se gasta sus buenas horas en la preparación.

Ahí con su mezcla empieza a formar las piezas del dulce de leche que pueden variar de tamaño para darle la oportunidad a los clientes de llevarse mucho o poquito de acuerdo a su gusto.

Con el tiempo metió más dulces para darle variedad a los clientes.

Según dice Chava, todo este trabajo le puede llevar unos 2 días y, luego de ese tiempo, los dulces de leche ya le quedan listos para lucirlos y tenerlos a la venta.

Si bien le gusta mucho su trabajo dice que sí se desanima cuando la gente le va a regatear los precios. Esto porque las personas no valoran que estos postres son artesanales, que son complicados de hacer y por eso no se vale malbaratarlos.

Pero Chava sabe que esos son gajes del oficio, y que a todos los vendedores les regatean, por eso no se desanima y le va a seguir dando duro para que las nuevas generaciones conozcan los dulces típicos.

Salvador piensa seguir con esta tradición a la que se siente tan unido.



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