No hay cruda que Don Hilario no cure

Hilario Castillo Galaviz.
Hilario Castillo Galaviz.

Don Hilario tiene más de 30 años curando crudas zacatecanas y la estrella de sus tostadas es la salsa picosita

ZACATECAS.- Para curar la cruda nada mejor que una tostada de cueritos o trompa acompañada de una salsa bien picosita hecha por las manos de don Hilario Castillo Galaviz.

Cargado de ilusiones y sueños, el fresnillense salió de su municipio hace 40 años para irse a la capital zacatecana.

Aunque en el servicio de las tostadas y los raspados tiene más de tres décadas curando resacas a los que pasean por el Centro Histórico.

De lunes a domingo frente al Acueducto, en el acceso principal al parque Sierra de Álica, se estaciona la camioneta de don Hilario y es cuando empiezan a llegar los crudos del día.

El fresnillense estuvo en la tierra que lo vio nacer durante 22 años, tiempo en el que se dedicó a trabajar en una empresa refresquera como repartidor.

Don Hilario eligió este oficio porque no le representaba mucho esfuerzo a la hora de caminar y levantar cosas pesadas.

Lo anterior porque tiene una lesión en la rodilla, la que le impide trabajos que requieren de un esfuerzo mucho mayor.

Fue así que empezó su historia en la venta de estos manjares muy apreciados por quienes tomaron mucho la noche anterior o para las familias zacatecanas que pasan por el Acueducto.

Producto 100% artesanal

Don Hilario se encarga de dorar los chicharrones y de preparar la salsa a la manera tradicional, dándole al picante el lugar que merece.

Lo anterior, porque en otros puestos el jitomate se convierte en el ingrediente principal y pues “sino pica, no es salsa”.

En temporada de calor, vende raspados de diferentes sabores, los que hace él mismo, y en su camioneta carga siempre el carrito que es parte de sus herramientas de trabajo.

También en su vehículo no puede faltar el tradicional cajón de madera, donde tiene los chicharrones y las tinas donde sirve la salsa, que es como antes se usaba.

Le gusta su chamba por la gente bonita

Antes de ser durero, Don Hilario es padre de familia.

Tiene tres hijos a quienes sacó adelante gracias a su trabajo, del cual se siente orgulloso y afortunado de seguir conservándolo.

“Aquí conmigo vienen chavos que yo los conocí como estudiantes y me platicaban sus planes de irse a continuar con sus carreras en otros estados.

“Cuando vienen a Zacatecas vienen por sus tostadas y eso es de lo que más disfruto de mi trabajo,” comentó don Hilario.

Como no había oportunidades, el hombre de 62 años solo estudió hasta la primaria y desde entonces se puso a trabajar.

Los años le enseñaron que si algo quería se lo tenía que ganar con el sudor de su frente y es la cultura del trabajo lo que les trasmitió a sus hijos.

“Lo que más me gusta es platicar con mis clientes, conocer personas nuevas que al probar mis tostadas se vayan contentas.

“Pero lo más importante es que regresen porque les gustaron, yo aquí voy a estar hasta que se pueda,” dejó en claro don Hilario.




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