La señal de la cruz
En la medida en que el ser humano opta por la luz y obra con la verdad va decidiendo con claridad su futuro, su juicio, su eternidad, su presente, su historia de salvación.
En la medida en que el ser humano opta por la luz y obra con la verdad va decidiendo con claridad su futuro, su juicio, su eternidad, su presente, su historia de salvación.
Las prácticas cuaresmales valen poco si no logran perforar el santuario secreto del corazón y ayudan a hacer las cosas ‘de todo corazón’; esto es mucho más que hacerlas por costumbre o tradición.
Este gran tiempo de conversión apunta hacia el futuro luminoso que solamente Dios Todopoderoso puede dar, que “ni ojo vio ni oído oyó”.
La Cuaresma aporta el trazo del camino, las señales de tránsito, los ‘aguajes’ para satisfacer la sed del peregrino, la medicina de la misericordia.
No hay duda que el querer, cuando tiene como origen y fundamento el amor, es capaz de romper barreras, muros, escollos.
La misión de Jesucristo es salvarnos venciendo desde la raíz el pecado, el mal, la muerte.
Las nuevas y antiguas tecnologías no son buenas ni malas en sí mismas; son medios, simplemente.
Jesús llama desde la vida diaria: los hombres trabajan, echan las redes o las reparan. Cuando deciden seguirlo les propone ser pescadores de hombres…
El Evangelio que escuchamos después de la Epifanía del Señor es un concierto de miradas que se hacen encuentro que cambia radicalmente la vida de las personas.
Epifanía significa la ‘manifestación’ del Señor a todos los pueblos. Es la fiesta de la luz ofrecida a quienes buscan y no han encontrado.
La familia de Dios es aquella capaz de tomar decisiones para salir adelante.